Opinión

Vivir del cuento

El futuro siempre es incierto, pero hay momentos como el actual en los que la sensación de incertidumbre es mayor, peor y poco amable

Más de un tercio de españoles sigue sin leer nunca, según el Barómetro de Lectura

Más de un tercio de españoles sigue sin leer nunca, según el Barómetro de Lectura

Todos conocemos en nuestro entorno, y no digamos en el panorama político mundial, a alguien a quien le podemos aplicar esta frase que va más allá de lo obvio, vive sin trabajar, incluso muy bien, sino que lleva implícito aprovecharse de otros con tejemanejes. Pero no me refiero a esta definición, sino a su literalidad; es decir, vivir de y con nuestro acercamiento a la literatura, a la lectura de libros de cualquier género y que, a través de sus páginas, nos llevan a mundos y personajes que nos instalan fuera de nuestra realidad invitándonos, a través de nuestra imaginación, a convertirnos en coprotagonistas de sus andanzas, a implicarnos en sus conflictos, sus inquietudes y pensamientos y en la resolución de los mismos. Pura fantasía, sí, pues son ficciones elaboradas por un autor con una preocupación fundamental: crear una obra artística. Pero son más.

No se trata de que utilicemos la literatura como una manera de evadirnos de nuestra realidad cotidiana teñida cada más de negro con las noticias que nos torpedean desde el amanecer hasta el anochecer. No, no estoy proponiendo el escape frente a nuestros desasosiegos, que tampoco está nada más, sino apuntar que la literatura nos lleva a una manera diferente de vivir, de ver y estar en la realidad.

Una frase de un personaje, una reflexión, una forma de afrontar la historia ante la que le ha puesto el autor bien puede servirnos para seguir adelante con nuestra realidad, sin obviarla, pero afrontándola con el andamiaje que nos ha proporcionado lo leído

Una frase de un personaje, una reflexión, una forma de afrontar la historia ante la que le ha puesto el autor bien puede servirnos para seguir adelante con nuestra realidad, sin obviarla, pero afrontándola con el andamiaje que nos ha proporcionado lo leído, pues mientras leemos no solo interpretamos la sucesión de palabras que se despliegan ante nuestros ojos, sino que pensamos, inventamos y nos implicamos con lo leído, de manera que, aun inconscientemente, esa lectura se va integrando en nuestro interior y en nuestro pensamiento y con ello en nuestra manera de vivir. Y es que, en definitiva, la literatura es una forma de vivir.

El futuro siempre es incierto, pero hay momentos como el actual en los que la sensación de incertidumbre es mayor, peor y poco amable. Por eso, justo en estos tiempos aciagos, me viene a la cabeza el poema de Gabriel Celaya «La poesía es un arma cargada de futuro». Vale decir, la literatura.

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