Agueda Saavedra. Bailaora, actúa en Badajoz este sábado

El baile honesto sin pretensión

Llega por primera vez a Extremadura, de la mano del Centro de Flamenco y Danza Jesús Ortega en Badajoz

Agueda Saavedra.

Agueda Saavedra. / EL PERIÓDICO

Hace seis años le hice una entrevista a la bailaora Águeda Saavedra (Nerja, Málaga, año 1995) y la definí como un ciclón de «juventud sin complejos, baile arrebatador, vocación, fuerza, energía, puro fuego y puro arte»; unos años después converso con una bailaora más serena, más madura, que entre docencia, espectáculos, giras y tablaos asegura tener, hoy por hoy, todo lo que necesita sin desdeñar, desde luego, nuevas oportunidades e ilusiones.

Llega por primera vez a Extremadura, de la mano del Centro de Flamenco y Danza Jesús Ortega en Badajoz, el próximo sábado 22 de marzo, y llega a ese tablao Íntimo que tantas alegrías está dando a los aficionados a este arte. Le acompañará, en su debut en nuestra tierra, el cante de Manuel Pajares y José Gómez ‘Fefo’; la guitarra de José Ángel Castilla; las palmas y la presentación por guajiras de Sara Ortega y Teresa Corzo, y por supuesto, la colaboración de Jesús Ortega.

"Voy con mucha ilusión"

«Voy con mucha ilusión y sabiendo, de primera mano, que el trato es inmejorable. Tengo muchas ganas de compartir y conocer a la afición. Extremadura, por supuesto, también es cuna del flamenco y estoy impaciente por bailar. Tengo muchas ganas de descubrir cómo se vive el flamenco en esta tierra».

¿Cómo le llegó el flamenco extremeño? «Me llega cuando empiezo a estudiar y a conocer el baile de cada tierra. Así fue cómo descubrí los tangos extremeños. Me llamó mucha la atención el estilo de las letras, la forma de llevarlas. No conozco muchos artistas de vuestra tierra, al Porrina sí, desde luego, pero por eso también quería venir.

Me sorprenden los tangos extremeños; como bailaora siento que el peso del propio baile se lleva mucho más atrás, la rítmica que lleva la propia letra…, cuando los bailo, me da lugar a marcar mucho más, a templar sin esa necesidad de rematarlos. Si los tuviera que comparar con los de Granada, diría que para mi forma son más calmados y conllevan más peso».

Montaje de unas alegrías

La malagueña participará, además, en el montaje de unas alegrías que el propio centro está promoviendo con cada uno de los maestros y maestras que están pasando por su estudio. Cada artista va aportando, junto a los alumnos de mayor nivel de baile, ese aire de cada uno de ellos. En esta ocasión, es el turno de este auténtico ciclón del baile.

La docencia también es importante para Águeda Saavedra, que acaba de volver de México donde ha impartido clases, además de bailar en diferentes tablaos mexicanos. «Allí hay mucha afición y se preocupan por venir a España a formarse. También a que los artistas vayamos allí. La ciudad de Guadalajara, por ejemplo, me ha marcado mucho a nivel personal y profesional. Vuelvo emocionada». 

Treinta años

A la malagueña, que en breve cumplirá treinta años, la juventud le asalta en la palabra, pero no en la decisión de vivir el flamenco anclada en un presente que vive de forma más consciente que hace unos años. Una madurez en la decisión de vida, que, desde luego, queda patente en su baile. Ahí es donde Águeda Saavedra abandona posibles inseguridades. Porque el abecedario de la malagueña está en su torso, en su espalda y en esa forma, casi violenta, de sentir el baile sobre el escenario. 

«Ahora veo el flamenco con más respeto y amor, pero también con otra tranquilidad que antes no tenía. Durante la pandemia cierto es que no paré tanto porque estuve en la compañía andaluza, en una pública en la que no había estado antes, pero la vida nos para a todos». También los años pasan inexorablemente y echar la vista atrás, para la bailaora, ha sido un punto de inflexión: «una mira atrás, estos diez años que he vivido, y por edad y por ritmo de vida no llegas a ser totalmente consciente. Ahora, tanto artísticamente como personalmente, lo vivo todo de una manera más lúcida y real. Ahora me permito hacer, siempre que se pueda, lo que necesite y me apetezca».

¿Y por qué ahora? «Siento, honestamente que necesito lo que tengo ahora mismo. Me encuentro bien en el tablao, en el teatro, dando clases, recibiéndolas. La vida que tengo me hace muy feliz. Soy una persona que estoy en un continuo aprendizaje y la verdad es que me encantaría seguir con la vida que tengo. He cumplido con muchos sueños que tenía desde que era pequeña y ahora quiero aprender de los demás; que lo que enseñe lo haga con respeto y amor. Yo me muevo por necesidad y ésta es la que tengo ahora. Mi presente» .

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