Sobre la forma de educar. A modo de historia

Una vez un niño miraba un coche fijamente que pasaba junto a él, le asombraba su color amarillo intenso, sus formas ovaladas asemejadas a los aviones, su gran tamaño fuerte a sus ojos, le asombraban las sillas de terciopelo verde, le asombraba el hombre que conducía…¡Era tan mayor! Estando como estaba metido de lleno en la percepción del coche este se iba acercando hasta pasar muy cerquita de él.

Cuanto más se acercaba más abría los ojos y se metía en él mismo… Su madre, un poco a lo lejos, veía de forma diferente la escena… ¡Le pillan, le pillan…! Acto seguido coge la mano del niño y con brusquedad le aparta del coche… gritos, movimientos fuertes, hacerle daño… ¡No te das cuenta! ¡Te podía haber pillado!¡Te podía haber matado! El niño no entendía nada, nada, no entendía del peligro que decía su mamá, él estaba maravillado por el coche, sin embargo su mamá gritando y gritando parecía tener razón hasta tal punto que cada vez que veía un coche y pasaba cerca de su lado se asustaba como ella, y poco a poco cada vez que venía un coche el susto era mayor.

Un tiempo más tarde sólo al oír los coches se asustaba, hasta hoy que sin oír coches sus manos nerviosas, sin controlar, seacercan a su boca para controlar la tensión, esa misma que le producen los coches, esa misma que le produce el escribir la palabra coche, esa misma que está ya impregnada en su alma… Hoy el niño ya es mayor y no comprende porque está siempre en tensión… Amarillo intenso, terciopelo azulado…