Opinión | Espectráculos

Emilio Herrera Soler

Emilio Herrera Soler

Emilio Herrera Soler

El próximo lunes habría cumplido 86 años Emilio Herrera Soler, hijo del escritor José Herrera Petere y de su mujer, Carmen Soler Llopis. Emilio nació en París, el 14 de abril de 1939, fecha que no podía ser más simbólica, aniversario de una República que acababa de ser derrotada por el fascismo, lo que había obligado a exiliarse a su padre, comprometido con ella, y a su madre. El nacimiento de Emilio, que sería el mayor de tres hermanos, daba esperanza en medio del desarraigo.

Hubiera querido escribir las memorias de una vida que parece de novela, con episodios como sus conversaciones con el Che Guevara en Nueva York o con Picasso en la Costa Azul; también con tragedias como la pérdida de su primogénito. Pero más que recordar lo vivido, lo que quería era vivir, con una vitalidad que se rebelaba ante las limitaciones de la enfermedad

Desde Francia, los Petere se exiliaron primero en México y luego en Suiza. Emilio, alumno aventajado, estudió Economía e hizo carrera en la Nestlé, llegando a ser director de esa empresa en México, Colombia o Portugal. Pero el tener dinero, al contrario que a otros, no le hizo cambiar de ideas: siempre fue un hombre de izquierdas, muy amigo del presidente socialista portugués Mario Soares o de Jorge Semprún.

EMILIO CON PICASSO y COCTEAU 1953

EMILIO CON PICASSO y COCTEAU 1953 / Cedida

Por su hijo Diego me enteré de que Emilio había fallecido el miércoles de la semana pasada, 2 de abril, doce días antes de su cumpleaños. Aunque sabía de sus problemas de salud, la noticia no fue por ello menos triste y desoladora, como lo es siempre la muerte de alguien con quien hemos tenido amistad y compartido proyectos. Conocí a Emilio hace ya casi veinte años, cuando estaba escribiendo mi tesis doctoral sobre la obra de su padre. Lo visité el verano de 2006. Por entonces él vivía en Portugal junto a su esposa Manuela y su hijo Diego en una casa cerca del impresionante Cabo da Roca, y no menos impresión me causó escuchar la grabación de su padre cantando junto a María Zambrano canciones de la guerra de España. Tuvimos trato frecuente por esos años junto a nuestro amigo Jesús Gálvez, con el congreso sobre Petere en 2009 o la edición de las Obras Completas, y volví a hablar con él y con Manuela hace pocos meses por la reedición de Cumbres de Extremadura en el Servicio de Publicaciones de la UEx, que llegó a ver poco antes de morir. Emilio, que físicamente se parecía a su padre, hubiera querido escribir las memorias de una vida que parece de novela, con episodios como sus conversaciones con el Che Guevara en Nueva York o con Picasso en la Costa Azul; también con tragedias como la pérdida de su primogénito. Pero más que recordar lo vivido, lo que quería era vivir, con una vitalidad que se rebelaba ante las limitaciones de la enfermedad.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents