Opinión | Es decir

Oposición

¿Nada que hacer, excepto llorárselo a los ciudadanos?

presidente nacional pp alberto nunez feijoo interviene clausura

presidente nacional pp alberto nunez feijoo interviene clausura

El primer partido de la oposición (casi habría que preguntar cuál) lo es por número de diputados, no por ser la oposición por excelencia, es decir, porque destaque en su encargo (sobrevenido, qué remedio) de contradecir, hostilizar y refutar al Gobierno, que tal es su cometido, tal la responsabilidad: su imputación. Un ejemplo de estos días es que ni siquiera se ha molestado en responder a la acusación de que algunas comunidades donde gobierna (póngase Valencia, ya que Mazón) aprueben sus presupuestos gracias a Vox, a cuyas exigencias se pliegan dócilmente. Y (frase que debería escribirse entre signos de admiración) la acusación es del Gobierno.

Si es el primer partido de la oposición es porque logró más votos que el partido que gobierna, en azarosa y jodida paradoja. Claro está que propios y simpatizantes dirán que no. Bien, no deja de ser una opinión. Pero faltan hechos que una opinión tal vez no exija, aunque sí el sentido común. Y, salvo que la realidad mienta (los medios, como es sabido, sí), hechos no faltan: desde los indultos y la ley de amnistía, por empezar con Cataluña (con Cataluña nunca se acaba), hasta el gasto militar que divide al Gobierno, por terminar con la distinción entre «gasto militar en defensa» y «gasto militar en seguridad». Entre entonces y ahora, tirados por en medio, estorbando: Puigdemont, las maletas de Delcy Rodríguez, el ministro Ábalos, Puigdemont, Víctor Aldama, Koldo García, Puigdemont, el fiscal Álvaro Ortiz, Begoña Gómez, Puigdemont, David Sánchez… Seriamente, ¿nada que hacer, excepto llorárselo a los ciudadanos?

No se es oposición si no es para prepararse oposiciones a gobierno, a gobernar. De ahí la preocupación, fundamentada, sin duda, de que la forma de gobernar, cuando le llegue el turno

Tal es la desgana, por no decir indiferencia o algo peor, que, volviendo a la acusación de que las comunidades pactan sus presupuestos con Vox, cabe preguntarse si no hay más respuesta a esa acusación que la de su presidente: que el partido «es libre para llegar a acuerdos». Una pena, desde luego, si son con Vox. Pero la respuesta que cabría esperar, y esto debiera ir también entre admiraciones, es que el Gobierno no tiene grupo parlamentario al que plegarse, dócilmente o no, para evitar la prórroga de los presupuestos generales, con ser los grupos con los que gobierna o lo sostienen.

Evidentemente, no se es oposición si no es para prepararse oposiciones a gobierno, a gobernar. De ahí la preocupación, fundamentada, sin duda, de que la forma de gobernar, cuando le llegue el turno (el bipartidismo no ha muerto, solo los que creyeron que lo haría, de Ciudadanos a Podemos), sea la misma que ahora como oposición.

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