Atletismo
Sonia Bejarano dirá adiós en Cáceres a 30 años de carrera
La atleta internacional anuncia que el final de su trayectoria como deportista de alto rendimiento tendrá lugar en el Campeonato de España de Duatlón que se disputará dentro de un mes en su ciudad natal

La atleta internacional Sonia Bejarano a lo largo de sus 30 años de carrera / Jorge Valiente | El Periódico

Ocurrirá en los días finales de este próximo mes de marzo, y será en su ciudad natal, en el contexto del Campeonato de España de Duatlón. «Quiero hacer un buen papel en Cáceres y agradecer a todo el mundo el trato. Será la mejor manera de dar lo mejor de mí y decir: ‘hasta aquí he llegado’». Lo dice, orgullosa y emotiva, Sonia Bejarano Sánchez (2 de agosto de 1981), situada en el mapa competitivo como una de las mejores deportistas que ha dado la ciudad extremeña. Acaba aquí la trayectoria al más alto nivel de una atleta y triatleta histórica.
30 años después de iniciar una carrera que le ha dado más de 40 internacionalidades entre atletismo y triatlón, Bejarano anuncia en este diario su adiós a la alta competición. «Ya no estoy dispuesta a sacrificar tiempo de familia o hacer ciertos entrenamientos que te posicionan en el grupo cabecero. Y si no estoy para ir en ese grupo no me veo competitiva y ya prefiero estar en otra liga de competiciones». Jamás dejará de competir, es evidente, pero sí al más alto nivel esta persona pasional que desde hace 25 años tiene a gala llevar la etiqueta oficial de deportista de alto rendimiento, algo de lo que pocos pueden presumir.
Bronce en un campeonato de Europa, quinta en un Mundial. Récord de España sub-23 en 5.000. Todo esto en atletismo. Además, ha sido subcampeona del mundo de duatlón. Poca broma, mucho trabajo de una deportista que admira a la arquera Fátima Agudo, leyenda absoluta. Desde luego, está especialmente agradecida a gente clave en sus inicios, como Nacho Pérez (importante en su pelea contra el machismo) y Pedro Tarifa en el Spar Montijo... y a su familia, claro.
La extremeña cuenta su particular historia con indisimulada emoción porque esta licenciada en Ciencias Ambientales tiene una intrahistoria muy particular, que ha dado un giro copernicano a la vuelta a su tierra, hace seis años, cuando fue nombrada directora de la Fundación Jóvenes y Deporte de la Junta de Extremadura, una «experiencia maravillosa con grandes equipos de trabajo», subraya.
Amor a correr
La de Sonia es una trayectoria muy especial. «Mi primer campeonato de España fue con 15 años». Ya llevaba dos corriendo. ¿Por qué? «No me gustaba mucho competir, pero sí correr. Con ocho años me bajó mi padre al Cuartillo de la Diputación para estar en un grupo de entrenamiento y me dijeron que era muy pequeña. Con 11 empecé a correr por la calle. Con 12 mi padre me apuntó a unas escuelas deportivas y ya con 13 ya estaba en los grupos de la diputación. Nos bajaban al Cuartillo».

En la Ciudad Deportiva de Cáceres, en un 10.000 luciendo los colores del FC Barcelona. / EPE
Allí estuvo el germen de una deportista que dejó el tenis tras debatirlo en casa y salir triunfadora. Disfrutaba al lado de Juanjo Climent y Julio Pulido, pero había que decantarse. «Y todo ello, pese a que le pesara a mi padre, que le gustaba más el tenis. Hubo una proposición para que fuese a Barcelona con todo pagado. Tenía 13 años. El amigo de mi padre corría con todos los gastos. Me alegro mucho de que me escucharan. Era muy pequeña y no quería salir de casa. Me apoyó mi madre y me alegro de aquello, y más cuando yo estaba madurativamente poco evolucionada», explica.
Se centró en el atletismo. «En las escuelas estaba Nacho Pérez y en la diputación empecé en el 80 vallas, pero también hacía cross», relata de aquella época en la que estudiaba en Las Carmelitas.
«A través de la diputación me dejaron competir en campeonatos intercentros de la región, estando oficialmente con el Colegio Extremadura». ¿Ganaba? "No, en el primer cross quedé quinta. Apenas entrenaba. Yo me iba a la montaña y hacía tenis aún».

En el Gran Premio Cáceres de Campo a Través. / EPE
Nervios
De pronto, con José Ignacio Fernández (ahora presidente federativo), «con la diputación me llevaron a Sonseca para competir». En realidad, dice, «soy un producto de la inversión que se hizo en la Diputación de Cáceres por el atletismo. Me encantaba correr el cross anual de noviembre, disfruté un montón y me gané la plaza para ir a Sonseca».
Fueron complicados los inicios. «En la primera competición lo pasé bastante mal. Tenía el estómago cerrado, no pude ni desayunar. Quedé la cuarenta y mucho, me daba miedo competir, pero luego trabajé esa parte hasta que destaqué pasó un año y pico o dos, a partir de los 15 años, que ya me puse a entrenar».
Instalada en la élite extremeña, decidió dejar la tierra. «Me encantaba correr, pero tenía muchas más inquietudes porque quería seguir estudiando. Me dije: ¿qué hago? Una de mis pasiones es el medio ambiente, el otro el deporte. Ciencias del Deporte lo podía hacer en Cáceres, pero pensé que Ciencias Ambientales tenía más salidas. En Salamanca había un equipo de atletismo estructurado, además, con Rosa Colorado, de la Asociación Deportiva Universidad de Salamanca (ADUS)». Antes corría con el Spar Montijo de Tarifa y Marisa y Rocío Martinez.
En Salamanca vivió desde el 1999 hasta el 2008. Luego en Madrid (2009-2019), para retornar a Extremadura para ser directora gerente de la Fundación Jóvenes y Deporte. Y ahí, en medio de todo, su explosión como atleta. De hecho estuvo en varios de los mejores equipos españoles: el Valencia Terra i Mar, en Madrid con el Barcelona, en el Bidezábal y con el Seoane Pampín, donde coincidió con la casareña Cristina Jordán.
Ha entrenado, además, con Antonio Serrano, con Alberto García y, finalmente, con su marido, el asturiano Jaime Menéndez de Luarca, acreditado triatleta y entrenador. ¿Y ello cómo ha influido? «Ha sido la inercia natural. Desde el 2010 estoy trabajando. Seguir un plan de entrenamiento rígido, sin poder contar cómo me estresan las cosas, es complicado de entender. A partir de 2018, Jaime está en casa, sabe perfectamente cómo estoy cada día y me va captando. Yo necesito a alguien que me frene porque mi problema siempre ha sido la excesiva ambición, querer entrenar más y no querer escuchar a tu cuerpo. Él es consciente de cómo llego a casa y, sobre todo, cuando he estado en la Fundación Jóvenes y Deporte. Esto me ha pasado una factura brutal. Lo he pasado mal: nunca he tenido problemas de ansiedad, pero ha habido ocasiones en las que no he podido», cuenta.
El dopaje
Cuestionada sobre si ha pensado en que su carrera ha podido ser mejor, Bejarano es diáfana. «Sí, pero luego ha venido la realidad, que es el dopaje. Te ves con capacidad y me veía que podía correr a tres minutos fácil. Podía haber tenido mejores marcas, aunque estoy contenta con ellas porque son las que son. Yo veía a compañeras que, de repente, de un año a otro, de sacarle 20 segundos en un 5.000 o en un cross, de repente me meten dos minutos en 10 kilómetros. Pude pensar: ‘esa explosión también me llegará a mí’, pero esa ‘explosión’ nunca me llegó. Piensas que eres tú, que no entrenas lo suficiente, pero claro, no vas por esa vía. No eres consciente de lo que eres hasta que salen noticias. En 2007-2008 a mí se me abren los ojos y por eso decido trabajar en 2010 porque ya veo, con casi 30 años, que tengo incluso compañeras cercanas… y ves que esto es lo que hay y lo asumes. Yo puedo dar lo que tengo, pero también ves que haciendo tus mejores resultados económicamente no tienes mejores ingresos y dices al final: ‘ya no tengo esa solvencia y tengo que pagar alquileres’».
Más claro, imposible. «He dado lo que he podido. Me marcho bastante en paz por esta etapa de alto rendimiento. Indudablemente que ha merecido la pena. Tuve dudas sobre si quería o me podía ganar la vida con ello, pero siempre he sabido que el mundo del deporte iba a estar muy vinculado a mi vida.
Y es que, incide, «adoro a Extremadura e irme de mi casa fue duro. Sin embargo, cuando tuve la oportunidad de volver lo hice en 2019. Sigo aquí porque vivo en un entorno maravilloso y todos los sacrificios que tuve que hacer me han compensado. Ahora me gusta llamarlos esfuerzos».
Los Juegos
Afirma la cacereña que no haber estado en unos Juegos Olímpicos no supone un trauma. «Lo intenté, pero siempre he sentido que no era mi motor. El deporte era mucho más amplio que unos Juegos. A la pregunta: ‘¿qué prefieres, ser campeona del mundo o ir a unos Juegos’? Y siempre digo: ‘ser campeona del mundo’. No tengo ninguna espina. Intenté ser olímpica en Río 2016 en 5000 y veía también que no tenía capacidad de hacer un 400 en un minuto y así se ganaban finales olímpicas. Es imposible. En maratón también lo intenté y estuve cerca. Además, va gente buenísima, pero no siempre van los mejores, y con esto no quiero quitar mérito ninguno.

Con su entrenador y marido, Jaime Menéndez de Luarca. / Cedida
Para Bejarano, «tienes que hacer lo mejor que tú sabes en el momento oportuno. De todo se aprende. Yo he tomado malas decisiones como correr un campeonato de España en Sevilla en una maratón clasificatoria para Río. Estaba enferma y no entrené bien. Tenía que haber hecho una maratón en abril».
¿El futuro? «En mi faceta de entrenadora me gustaría acompañar a jóvenes y no tan jóvenes que quieran disfrutar del running o del triatlón. Todo ello, basado en la experiencia y el amor que tengo al deporte». Bejarano dixit.
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