La cultura que nos viene

Helga de Alvear: qué suerte tuvimos

El lunes pasado moría Helga de Alvear, una de las figuras más influyentes en el arte contemporáneo internacional (no, no estoy exagerando en absoluto: algún día en esta tierra reconoceremos lo que tenemos en toda su extensión). Fue un lujo conocerla. Y tomar café. Y hablar y compartirnos y que me enseñara.

Helga de Alvear

Helga de Alvear / EFE

Cuando llegué a Canal Extremadura, Helga de Alvear asustaba. Yo creo que le asustaba a todo el mundo. Esa señora alemana, recia, contundente. Hace unos años, recién inaugurado el Museo de Arte Contemporáneo Helga de Alvear, María Jesús Ávila (que lo coordinó todo durante mucho tiempo) me llamó para que le hiciera una entrevista en unas jornadas. Me preguntó por mi ideología política nada más presentarnos, nos sentamos a tomar un café y comenzamos a quitarnos la palabra de la boca, me riñó porque le hablé de usted y me habló de que sus abrigos eran muy grandes para poderle dar la vuelta a las mangas porque sus padres eran humildes pero querían que sus hijos estudiaran.

Ojalá hubiera un cielo tal como lo imaginamos, lleno de los amigos y los amantes muertos, para que se encontrara con José María y con Jaime: «He tenido dos amigos en mi vida». Su marido, Jaime de Alvear, de quien tomó el apellido cuando se quedó a vivir en España, porque a ver quién pronunciaba Helga Müller Schätzel aquí; y José María Viñuela, artífice, junto a ella, de todo lo que tuvo que ver en Cáceres con el Helga de Alvear. «Yo me iré con José María y Cáceres tiene que luchar por el Museo», dijo una vez. Y, durante mucho tiempo, porque de la gestión cultural de nuestros políticos no me he fiado en la vida, pensé: «A que perdemos el Museo». 

Y no. Llegó Sandra Guimarães, con su hablar bajito y la misma contundencia al contar: «Los museos nos ayudan a hacernos preguntas necesarias». Se planteó que una visita al Helga no fuera suficiente y que las personas volvieran al Museo una y otra vez. Es lo que hemos hecho. Con Carlos Bunga, con Ryan Gander, con Susan Hiller. Nos hemos hecho las fotos reglamentarias, con las bolas de colores y la lámpara de Ai Weiwei (»Descending light» y «Faux Rock» de Katharina Grosse). La primera vez que vi los «Tres hombres» de Juan Muñoz sonreí mucho porque hace años quedé con una de mis mejores amigas para ver una de sus exposiciones en el Reina Sofía de Madrid. Ahora el Helga de Alvear ha firmado un acuerdo con el Museo Nacional así que ojalá eso se materialice en préstamos y exposiciones conjuntas.

Recuerdo a Ángel Duarte. Apunté: «Antes de actuar tenemos una idea. Pero antes de la idea, hay un espacio: el espacio donde lo conocido y lo desconocido se encuentran. Es incierto, desestructurado y abierto. Ahí es donde nos damos cuenta de que la realidad es relativa, de que podemos cambiar lo que es real, y entonces podemos lanzar una mirada a lo que vendrá». Lo dijo el artista danés Olafur Eliasson, del que podemos ver también sus obras en el Museo. Y, en estas mismas páginas, cité a Jean Marc Bustamante: «Un artista suele mantener más o menos las mismas obsesiones a lo largo de su vida. Cuando tienes 20 años y quieres ser artista, tal vez te interesen más la tierra, la vida, la muerte. Más adelante, ya mayor, a mí me interesan el aire, la luz, el color, el cielo». 

En el 2018 escribí, también aquí: «Santiago Sierra siempre me mete en líos. Lo ha dicho Helga de Alvear, que ha conminado, a la vez, a los periodistas a reírse y a no tomarse las cosas tan en serio cuando IFEMA, la institución ferial de Madrid, ha solicitado la retirada de la obra que, por supuesto, ya tiene comprador». 

Hablé de presentaciones de libros en el Helga, en la Fundación, en el Museo. De talleres de felicitaciones de Navidad para niños. De que Helga de Alvear no compraba artistas, compraba obras que le gustaban. Y qué gusto excelso tenía esta señora. 

Juan Carlos Rodríguez Ibarra «fue el único que me hizo caso». Habló con todo el mundo. No puedo entender que nadie quisiera su colección. Yo soy consejera de Cultura de cualquier comunidad y me peleo por ella con quien haga falta. ¿Un Museo con obras de Helena Almeida, Cristina Lucas, Santiago Sierra, Juan Muñoz, Francisco de Goya, Antoni Tapies, Man Ray, Picasso, Eugène Atget, Julio González, Kandinsky, Denise Bellon y Paul Klee -podría seguir, pero se hacen una idea-? ¿Dónde hay que firmar? ¿A quién hay que contratar? ¿Qué proyecto museístico quiere usted? ¿Qué edificio? Se lo construyo. Algún diputado de algún partido político me dijo, en su día (espero que haya cambiado de opinión) que lo de Helga era una cosa menor y mi carcajada se debió de oír hasta en Madrid. 

No me acuerdo ni de su nombre. Del de Helga de Alvear sí. Gracias, Helga. De verdad, muchas gracias. No tiene ni idea de lo que me ha cambiado la vida su Museo, de lo que he querido compartirlo con amigos, de lo que lo voy a seguir disfrutando siempre. Qué suerte tuvimos en Extremadura. Qué suerte tenemos.

El Ballet Clásico de Cuba visita nuestra región

El Ballet Clásico de Cuba visita nuestra región: estarán en Cáceres, Mérida y Badajoz, en el Gran Teatro, el María Luisa y el López de Ayala para que podamos ver cómo se baila el cuento de «La bella durmiente». Además, Catherine Larsen-Maguire, directora reconocida internacionalmente, vuelve a dirigir a la Orquesta de Extremadura, con un peculiar programa con obras exclusivamente para su sección de vientos, con Johann y Richard Strauss, además de la Gran Partita de Mozart. El concierto, esta tarde, a las ocho, en el Palacio de Congresos de Villanueva de la Serena. 

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