Estatua para José Manuel Martín Cisneros, divulgador de Cáceres fallecido en 2023
Apasionado de la ciudad y uno de sus mejores divulgadores y defensores de la Semana Santa, ek nibiliutose ubicará en las inmediaciones de la iglesia de San Juan

José Manuel Martín Cisneros en una imagen captada en 2013 en Torre de Sande. / EL PERIÓDICO

El Ayuntamiento de Cáceres rendirá homenaje a José Manuel Martín Cisneros, que fue director del Centro de Educación de Adultos de Cáceres desde su fundación hasta que se jubiló y presidente de la Unión de Cofradías Penitenciales en el período 2010-2016, con un monolito que se ubicará en las inmediaciones de la Iglesia de San Juan, donde tiene su sede la Cofradía de los Ramos, de la que fue hermano mayor.
El alcalde, Rafa Mateos, ha señalado que “hay personas que dejan una huella especial en la historia de las ciudades y José Manuel Martín Cisneros es una de ellas, tanto por su labor educativa como por su implicación en la Semana Santa de Cáceres. Hay que recordar que bajo su presidencia la Pasión cacereña logró la declaración como Fiesta de Interés Turístico Internacional”.
El dirigente municipal ha apuntado el interés del ayuntamiento por crear un rincón en su memoria y ha explicado que de la mano de la Cofradía de los Ramos se realizará esta instalación para "recordar su trayectoria y su legado en Cáceres en las inmediaciones de la iglesia de San Juan, un lugar especialmente apreciado por él".
Nació en Cáceres
Nacido en Cáceres en 1950 y fallecido en 2023, Martín Cisneros estudió Magisterio, Historia y Arte. Docente de profesión y de corazón toda su vida, especialmente entregado, por vocación, a la enseñanza de adultos (por su situación vulnerable y desfavorecida frente a la enseñanza de los jóvenes). Director del Centro de Educación de Adultos de Cáceres desde su fundación en 1973 hasta que se jubiló.
Fue un apasionado de la ciudad de Cáceres, y uno de sus mejores divulgadores y defensores. "Varias generaciones de cacereños y cacereñas conocen los inigualables valores de Cáceres gracias a él”, ha destacado el consistorio.

Cáceres todo un placer: El tren y la pensión de Brígida Martín /
Publicaciones
Hombre culto y erudito, muy polifacético, fue autor de varias publicaciones sobre Cáceres ('Cáceres en mil palabras' o 'Historia de la Real y Fervorosa Hermandad de los Ramos de Cáceres'); y publicaciones y cuentos infantiles para divulgar la historia cacereña ('Don fantasmín de la Torremochada' o 'Doña cigüeña de las patas largas'). Apasionado de la cocina, investigó y fomentó el recetario culinario tradicional extremeño. Publicó el libro 'Mi cocina' en el que recupera recetas antiguas. Igualmente participó como coautor y colaborador en innumerables publicaciones sobre Cáceres.
La pensión de Brígida
Florencio Martín Andaluz, natural de Ponferrada, contrajo matrimonio con Gertrudis Sanjuan, nacida en Astorga. En 1887 Florencio entró a trabajar en la línea Madrid-Cáceres-Portugal, la MCP, enlace ferroviario que seis años antes habían inaugurado en la ciudad Alfonso XII y Luis I de Portugal. Florencio fue primero guardagujas (la persona que en los puntos de empalme de los ferrocarriles se ocupaba de mover las agujas cuando había de efectuarse un cambio de vía). Después fue guardafrenos, que era el empleado que tenía a su cargo la custodia y el manejo de los frenos. En cada vagón del tren existía una garita desde la que el guardafrenos realizaba su trabajo.
Estaba el guardafrenos a las órdenes del jefe o conductor del tren a quien reemplazaba en caso necesario y durante las paradas en las estaciones solía desempeñar otros servicios como dar el nombre de las mismas, abrir y cerrar las portezuelas de los coches, y hasta vigilar y avisar sobre la presencia de polizontes.
Florencio y Gertrudis tuvieron 11 hijos: Petra, casada con ferroviario; Francisca, casada con ferroviario; Ángel, que fue ferroviario; Manuel, que murió en la guerra; Pepe, que era bombero y también murió en la guerra en Madrid; Ernestina, Brígida, Carmen, Obdulia, y dos hijos más que fallecieron a temprana edad. Como Florencio y Gertrudis tuvieron muchos destinos, los muchachos fueron naciendo en los más variados lugares: Calera y Chozas, Navalmoral de la Mata, Guijuelo, Béjar... y por supuesto Cáceres, ciudad a la que arribarían en el año 1913.
Llegados a la ciudad, el matrimonio se asentó en una casa de la avenida de Portugal, que entonces era el más importante nudo comercial y de comunicación de la ciudad dada su cercanía con la estación de ferrocarril y con el Fielato, nombre popular que recibían las casetas de cobro de los arbitrios y tasas municipales sobre el tráfico de mercancías, aunque su nombre oficial era el de estación sanitaria, ya que aparte de su función recaudatoria servían para ejercer un cierto control sanitario sobre los alimentos que entraban en las ciudades.
Fue el de la avenida de Portugal, donde ahora está la oficina de Caja Madrid, el último Fielato que tuvo el ayuntamiento. A su alrededor florecieron importantes negocios como el almacén de piensos de los Muriel , popularmente conocido como los Siriri, los Santos, los Gabino Díez, el Parador del Carmen con su posada, los talleres de Díaz y del Chispa, los Blázquez , los Marroyo, que era un ultramarinos situado donde está el Bingo Estadio, o el inolvidable comercio de Galiche, con su cizalla para cortar el bacalao, la bomba para sacar el aceite, aquellos grandes recipientes donde se repartían el pimiento morrón, el bonito y las aceitunas para la ensaladilla rusa, sus botes para las legumbres, las madejas de fideos y los sacos de patatas en el suelo.
Bares
Por el barrio también se repartían numerosos bares: como la taberna de Tejada con sus tradicionales pistolas, o los bares de Vigara, El Retorno o la ya más moderna Cafetería América, puntos de referencia de los transportistas que a modo de los estibadores de los puertos acudían a ellos para informarse de los mejores lugares para cargar o de a quien contratar para descargar sus mercancías.
La casa de Florencio y Gertrudis estaba situada en el número 14 de la avenida de Portugal, en la acera de lo que hoy es el edificio El Descubrimiento. Era una casa propiedad de los Candela. Abajo tenía dos almacenes y una peluquería que regentaba María, la Barbera, que luego se la traspasó a los Barrantes.
Al poco tiempo de instalarse en Cáceres, Gertrudis falleció. Para entonces la mayor parte de sus hijos ya habían hecho su vida y estaban repartidos en distintos puntos de la geografía española como Vigo o Madrid. En la ciudad quedaron tres de las hijas del matrimonio: Brígida, Obdulia y Carmen, que se ocuparon del cuidado de su padre hasta que murió.
La constante relación de la familia con el ferrocarril, llevó a las tres hijas de Florencio a hacer de su casa una pensión. Como la vivienda estaba situada justo enfrente de la estación de Renfe, hasta la pensión llegaban a diario muchos viajantes y comerciantes de las más variadas profesiones: apicultores de Las Hurdes, ganaderos de Gijuelo, y un señor que solía acudir en busca de poleo: ponía en el portal un bidón de 100 litros e iniciaba entonces un recorrido por toda la provincia. Visitados todos los pueblos, regresaba a la capital, metía el poleo en el bidón y su jugo lo vendía luego para productos de cosmética.
Frecuentaba la pensión otro señor cargado con un arcón, que dejaba en la habitación para luego recorrer igualmente la provincia en busca de las melenas que las jovencitas de los pueblos vendían para pagarse el ajuar. Cuando el arcón estaba lleno de trenzas, regresaba a su destino.
Brígida era el alma mater de la pensión, una gran cocinera que bordaba cualquier plato en sus fogones. La pensión disponía de un amplísimo comedor y habitaciones triples, dobles o individuales con sus correspondientes servicios, que Brígida, Carmen y Obdulia atendieron hasta 1975. En los 80 Bujacosa compró el edificio, levantó El Descubrimiento y las hermanas se trasladaron a un piso en Alcoresa donde permanecieron hasta el final de sus días.
Brígida tuvo un hijo, Julio Martín, que contrajo matrimonio con Isidra Cisneros, hija de Antonio Cisneros, conserje del matadero de Cáceres, y de Tomasa Salas. Cuando Julia e Isidra se casaron se marcharon a vivir a la calle García de Paredes, esquina con plaza de Italia, donde nacieron sus dos primeros hijos: José Manuel y Antonio.
Cuando Julio aprobó unas oposiciones a factor de circulación de Renfe lo destinaron a Bilbao, de manera que el pequeño José Manuel se marchó a vivir con su abuela a la pensión y el matrimonio, con el menor de los dos hijos, se fue al País Vasco. Envuelto en la nostalgia, Julio renunció a su categoría laboral y pasados dos años regresó a Cáceres como jefe de circulación de noche en la estación de Aldea Moret. Ya en la ciudad volvió a hacer unas oposiciones a jefe de estación, que aprobó. Con ello llegó otro destino: Salamanca, donde nació el tercer hijo de la pareja: Julio.
Otros destinos
Pasaron los años y los Martín consiguieron nuevo destino: Aldeanueva del Camino, donde vivieron durante 17 años y donde nació la última de sus hijas: María del Carmen. Ya en los 80, Julio regresó a Cáceres, donde se jubilaría como inspector de Renfe.
José Manuel, el mayor de los hijos de Julio y de Isidra, fue durante 37 años director del Centro de Adultos de Cáceres. Casado con Charo Tovar Hurtado y padres de una hija, Elia, José Manuel fue también mayordomo perpetuo de la Cofradía de los Ramos y presidente de la Unión de Cofradías de Cáceres. Tras de sí, toda una vida familiar ligada al ferrocarril, aquel en el que comenzó a trabajar su bisabuelo Florencio, quien alumbró la pensión de su abuela, la buena de Brígida Martín, cuando la avenida de Portugal era el oasis comercial más dichoso de la bella Cáceres.
Artículos
Autor de numerosos artículos en los medios de prensa y colaborador habitual en la televisión y radio, llegó a ser una persona imprescindible en los diferentes foros donde se hablaba de la historia de Cáceres y sus tradiciones.
Promotor de los populares cursos de historia de Cáceres donde muchísimos cacereños y cacereñas aprendieron a conocer los valores históricos y artísticos de la ciudad.
Cofradía de los Ramos
Como cofrade cacereño destacó por su fuerte vínculo a la Cofradía de los Ramos y en la que desempeñó los cargos de secretario, hermano mayor y mayordomo desde 1998 hasta 2011. Presidente de la Unión de Cofradías Penitenciales en el período 2010-2016. Durante su mandato la Semana Santa cacereña alcanzó el título de Interés Turístico Internacional. Vicedelegado diocesano de hermandades y cofradías entre 2016 y 2021.
Fue fundador y primer presidente de la Asociación Torres de Cáceres, en la actualidad colaboradora de este diario con sus artículos dominicales.
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