El drama de una vida
José, el hombre que vivió sus últimos años en la calle y el sistema no supo salvar
Ponía la terraza de un bar cada mañana. La gente le daba propinas y los comerciantes trataban de ayudarle, pero no pudo soportar la última estocada. Murió en el hospital tras pasar varios días entre bancos y soportales en plena ola de frío

José, en la imagen que se ha difundido en las redes sociales. / Cuca Cordero

Desde hace años la plaza Mayor de Cáceres era prácticamente su hogar. Allí llegaba todas las mañanas, muy temprano, y con dedicación instalaba la terraza del restaurante Almagesto. Luego hacía recados, los hosteleros le daban de comer, todos los de los soportales le ayudaban. Nunca alcohol, eso sí, si acaso una cerveza, y un purito el del estanco. Educado; con nadie se metía José, al que todos conocían.
Casi siempre el de la churrería le ofrecía churros a la hora del desayuno. Luego, cuando tocaba recoger la terraza lo hacía con la misma disposición que la había colocado horas atrás. Durante un tiempo le dieron cobijo en un almacén en los alrededores de General Ezponda, pero su situación fue a peor y tuvieron que sacarlo de allí. Entonces se tiró tiempo durmiendo en la calle.
Cuca Cordero, que trabajaba en La Milana, conocía a José y ha sido ella la que a través del grupo de Faceboock de Fotodenuncia Cáceres ha destapado su situación y su triste final. Su testimonio ha causado tal conmoción que ha levantado una oleada de apoyo y también de reivindicación en torno al sinhogarismo.
"El jueves se cayó. Se lo llevó el 112, pidió el alta voluntaria y se fue a dormir a la plaza. A partir de ese día entró en declive. El sábado me acerqué a verlo. Estaba mojado, en muy malas condiciones. Me fui corriendo a comprarle ropa. El de la zapatería le regaló unos calcetines..." Tiempo después llamaron al 112 y a la policía. Lo sentaron en las letras de la plaza. Allí estaba José, empapado, con un café en la mano que a duras penas podía acertar a beberse.
Y Cuca se preguntaba: "¿Cómo es posible que esto esté ocurriendo, cómo se puede consentir que una persona se esté muriendo delante de nosotros?". Entonces, Cuca volvió a salir corriendo hasta el chino que hay junto al BBVA para buscar más ropa. José le dijo: "Ay, Cuca, que no puedo andar porque me caí el otro día". Pero Cuca insistió: "Aquí mismo te cambio. Los de la Multitienda me dieron unos guantes y unas toallitas. Lo limpié. Lo limpié de arriba a abajo. La gente miraba. Me dio todo igual".
Fue entonces cuando volvieron a llamar a la policía. "Nos dijeron que acudirían si él quería ser ayudado. Pero contestó que no. Y eso me creó muchísima impotencia", narra Cuca presa del desconsuelo. "¿Cómo es esto, cómo es esta sociedad?", se pregunta. "Ayudamos a los refugiados, ayudamos a las mujeres cuando son víctimas de violencia de género, ayudamos a los animales cuando los abandonan. En todos esos casos los protocolos suelen funcionar. ¿Pero qué pasa con esta gente, con esta gente que dice que no quiere recibir ayuda?. A nadie le gusta estar en esas condiciones", zanja Cuca.
Fue ella la que se encargó de desinfectar mientras le decía: "Venga, José, que te tienes que poner bueno, que todavía no te hemos hecho la escultura que te vamos a levantar en la plaza". Eran las tres de la tarde. Lo llevaron a un banco del foso de arena, y luego apareció en los soportales. En tan malas condiciones estaba que finalmente lo llevaron al hospital. Murió el domingo en el San Pedro de Alcántara.
Fuentes familiares indicaron que ellos se harán cargo del funeral, que se celebra esta tarde en el Tanatorio San Pedro de Alcántara, y describieron a José como una "muy buena persona, con una luz que muy pocas personas tienen".
En La Mejostilla
Cuca asegura que no es el único caso que se ha producido en Cáceres. Habla de Enrique, otro indigente que vivía con un perro por el polígono de La Mejostilla. Con frecuencia se le veía por la parte antigua con sus marionetas y un altavoz. "Una vez entró en la tienda pidiendo que le recargásemos el altavoz. 'A mí no me gusta robar', nos dijo. Le contesté que un día le regalaría una radio". Cada vez que alguien se portaba bien con él, Enrique le hacía entrega de un dibujo, acompañado de una poesía. En esos textos, Enrique hablaba de la soledad, del frío que pasaba. "Murió de pena, o de frío, o de soledad", explica Cuca a este diario.
La vida y su tortuoso camino
Sobre José se ciernen decenas de historias, que si fue Guardia Civil, que si vio un accidente mortal del que no se pudo recuperar, que si fue camarero... La vida y su tortuoso camino, que a veces puede llevarnos a un callejón. Como le pasó a José... Cuca rememora su relación con él: "Cuando yo trabajaba en la tienda de los soportales lo veía todos los días y lo trataba con cariño. No sé de su vida. Sé lo poco que me han contado. Sé que tuvo un hijo, que tiene familia. Gente que compartió mesa en los comedores sociales habla muy bien de él".
Cuca insiste en su grito: "Que a este tipo de gente la traten de otra manera o que intentemos hacer algo por ellos. Porque como he dicho siempre: a un violador, a un asesino, a un pederasta los tienen en la cárcel, rehabilitándose, dándole apoyo. A un animal cogido de la calle, la gente llama al Refugio, lo cuidan. No sé. A un emigrante le damos un trabajo, pero ¿qué pasa con esta gente indigente de la calle? Con que digan que no quieren que los cuiden, con que venga la ambulancia, con decir que no quieren recibir atención y no se les puede obligar, ¿ya por eso pasamos de ellos?", se pregunta. Y añade: "En mi cabeza no entra. No entra que para estas personas que están en estas condiciones, que están destrozadas, no exista una solución definitiva".
200 usuarios en un año en los centros sin hogar de Cáceres
En la actualidad hay dos alternativas habitacionales para las personas sin hogar en Cáceres, el Centro Vida y el Centro de Emergencia Social, ubicado temporalmente en el Edificio Valhondo. Estas dos instalaciones se encuentran operativas a lo largo de todo el año y han atendido a más de 200 usuarios en 2024, 92 y 123 respectivamente.
Como soluciones habitacionales, el Centro Vida de Cáritas ofrece 16 plazas y el Centro de Emergencia Social, 12. Esto se traduce en que en Cáceres desde hace años solo hay una treintena de plazas para personas sin hogar. Cáritas siempre hace hincapié en la necesidad de aumentar esa cifra, una reivindicación que mantienen desde hace años. En la actualidad se trabaja para ubicar el Centro de Emergencia Social que se encontraba en Valhondo temporalmente en el edificio de San Juan que utiliza la Asociación Acisjf.
El concejal socialista Jorge Villar también ofreció su testimonio en Fotodenuncia a raíz de la queja de Cuca y explicó esto: "El pasado jueves, sufrió una caída en la plaza Mayor. Estuvimos con él, avisamos al Instituto Municipal de Asuntos Sociales y al 112. Llevaba varios días en condiciones precarias, mojado y visiblemente desmejorado. Fue trasladado al hospital, del cual, según parece, recibió el alta voluntaria".
A juicio de Villar "el problema radica en que si una persona no quiere ser internada, no se puede forzar ese ingreso. En este caso, tampoco quería dormir en el Albergue Municipal y, al no contar con vínculos familiares cercanos amables que pudieran intervenir, la opción de incapacitación para forzar el ingreso en un centro de rehabilitación resultaba inviable. Surge, además, la necesidad de reflexionar sobre las condiciones del Albergue Municipal y el por qué muchas personas sin hogar o transeúntes rechazan esta infraestructura. Es importante también cuestionar si el protocolo de frío y la atención a personas sin hogar están funcionando adecuadamente. Descansa en paz, José". Y una posdata: "Por favor, no utilicemos esta tragedia para alimentar discursos de xenofobia o intolerancia".
La respuesta del ayuntamiento
El Ayuntamiento de Cáceres, a preguntas de este diario, ha hecho público un comunicado este martes sobre la situación que atravesaba José en el que asegura que el Instituto Municipal de Asuntos Sociales, Cáritas, el comedor social y DYA "han estado coordinados prestándole atención hasta el último momento ante su estado de deterioro". Ha añadido que concretamente "DYA le ha venido dando ayuda sanitaria y se le ofrecieron también los servicios del Centro de Emergencia Social, Centro Vida y del Comedor Social. Al Centro de Eemergencia y al Centro Vida no acudió, y al comedor social sí fue en alguna ocasión durante las últimas semanas".
Los policías que lo atendieron
Dos de las últimas personas en verlo con vida fueron Andrés García y Chema Melchor, miembros del Grupo Especial de Seguridad de la Policía Local de Cáceres. El sábado por la mañana, otros dos de sus compañeros habían acudido a los soportoles, donde José seguía tumbado desde la noche del viernes. El jueves había sufrido una caída, y los días previos al fatal desenlace los vivió en la calle. Esos policías le preguntaron si necesitaba algo, pero José les dijo que no. Cuando Andrés y Chema entraron en el turno de noche, los hosteleros de la zona los llamaron por teléfono. "Mirad que este hombre está muy malito, que apenas se mueve ya", advirtieron. Y José seguía allí, tirado sobre unas mantas en plena ola de frío, lleno de sangre, como un escaparate más entre el bullicio vespertino de turistas en la ciudad famosa de la Unesco por ser Patrimonio de la Humanidad. En ese otro escenario, el del patrimonio de la desolación, José trataba de sobrevivir.
Chema y Andrés encontraron a aquel hombre "balbuceando". Alguien les mostró unas fotografías que había colgado Cuca Cordero. En ella mostraba imágenes de las piernas del malogrado José y pedía auxilio. Los agentes se alarmaron. Se miraron y dijeron prácticamente al unísono: "Tiene que venir la ambulancia. Y llegaron los de la medicalizada, lo ayudamos a meterlo en la camilla. Se quejaba. Estaba lleno de heridas. Se lo llevaron. Una penita", explica Chema. "Nos comentaron que hacía unos días que se estaba dejando morir".
El testimonio de Chema Melchor aplasta el corazón. Es un capítulo más de la vida de José, un hombre al que las cosas se le torcieron y que terminó viviendo en la calle. Esta tarde familiares y amigos lo han despedido en el Tanatorio San Pedro de Alcántara mientras las instituciones aseguran que hicieron todo lo posible por prestarle ayuda, pero que él no se dejó. Mientras, en la plaza lo tienen claro: "Se merecería que pusieran una estatua para que nadie se olvidara de él".
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