Transformación empresarial

De fábrica de chocolate en Plasencia a escuela de música

Lo que hoy es Musikex abrió hace 95 años como almacén de coloniales y fábrica de caramelos y chocolate

La familia de Eugenio Mateos lo ha gestionado siempre

De fábrica de chocolate en Plasencia a escuela de música.

De fábrica de chocolate en Plasencia a escuela de música. / TONI GUDIEL

Raquel Rodríguez Muñoz

Raquel Rodríguez Muñoz

Plasencia

Cuando era pequeño, Eugenio Mateos González jugaba con su hermano y sus amigos del colegio entre la comida, en el almacén de lo que, en los años treinta, abrió en Plasencia como almacén de coloniales y fábrica de chocolate y caramelos. Hoy, casi cien años después, el edificio ubicado en la avenida del Valle es la sede de la Escuela Superior de Música de Extremadura, Musikex, una transformación fruto de los avatares del tiempo y de una familia donde la empresa y la música siempre han estado presentes.

Así, Fábrica de chocolates Lumi, la tía abuela pianista de Eugenio, era el nombre de antaño, ligado a la gran distribuidora de Alimentación Amaro, la empresa que fundó su abuelo y continuó su padre, que estuvo trabajando hasta los 78 años.

De fábrica de chocolate a escuela de música en Plasencia.

De fábrica de chocolate a escuela de música en Plasencia. / TONI GUDIEL

Del éxito a la quiebra

Eugenio destaca que, inicialmente, «la gente venía con burros» a por los productos de alimentación. Primero llegaban a la estación de tren y se transportaban hasta la fábrica «en mulas que tiraban de carros». Después, su familia compró «un motocarro».

Objetos de la antigua fábrica de chocolate y almacén en Plasencia.

Objetos de la antigua fábrica de chocolate y almacén en Plasencia. / Cedida

La empresa era un éxito, de hecho, Eugenio subraya la importancia del cacao en la posguerra «para enriquecer la leche». Pero en los años noventa surgieron las grandes superficies y la venta al por mayor y la distribución tradicional «se vinieron abajo».

La empresa llegó a tener más de 50 trabajadores, que tuvieron que marcharse. «Muchos comerciales de mi padre acabaron creando la cooperativa Sediaco», señala Eugenio. La fábrica llegó a cerrar, pero no así el supermercado, actual Coviran, que surgió precisamente a raíz de la quiebra.

Lámpara y otros elementos de la antigua fábrica de chocolate de Plasencia.

Lámpara y otros elementos de la antigua fábrica de chocolate de Plasencia. / TONI GUDIEL

Nace la escuela de música

Sin embargo, la escuela de música llegó a convivir con la empresa de alimentación seis años, gracias a Eugenio, que había estudiado Ciencias Empresariales, pero también el Grado Superior de piano. Música y empresa volvían a estar unidas.

Fue hace 21 años cuando nació, primero como escuela elemental y después como academia privada hasta lograr, hace seis años, impartir el Grado Superior, completando así los estudios de Grado Medio que se imparten en el conservatorio profesional.

Alumnos y profesores de la escuela de música de Plasencia Musikex.

Alumnos y profesores de la escuela de música de Plasencia Musikex. / Cedida

Edificio de ayer y hoy

La antigua fábrica y almacén todavía sobreviven en uno y otro lado de un edificio de 1.500 metros cuadrados donde Eugenio ha querido conservar elementos de antaño como una lámpara, un espejo, la estructura del ascensor, las cerchas, o las soldaduras con remaches de su estructura metálica.

También guarda para el recuerdo un libro de la contabilidad de los años cincuenta y sesenta, una balanza, una máquina de escribir, un molinillo para moler el café, e incluso papel para envolver y hacer paquetes.

Resurgir como el ave fénix

Tras la reforma y una ‘lucha’ de siete años emprendida por Eugenio y su mujer, Patricia Becerro Babiano, nació la escuela de música. De 9 alumnos el primer año, pasaron a 18, 25, 30 y, actualmente, son 49, unidos a otros 70 de la enseñanza libre y a 18 de la elemental.

Cuentan con 30 profesores y ofrecen formación de todos los instrumentos de la orquesta (cuerda, viento-madera. Viento-metal, percusión, piano, guitarra y clave), de hecho, hace cuatro años, la escuela recuperó la antigua Orquesta Sinfónica de Plasencia, que ofrece numerosos conciertos. Eugenio le dice a su padre que «el círculo se ha cerrado porque ahora ofrecemos alimento para el alma».

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