Negocios con tradición

Fran, el peluquero que perpetúa la saga de los García Sánchez en Mérida

Su tío fue peluquero, el bisabuelo de éste, también y él, nacido en 1991, sigue haciendo honor a su dinastía. El joven de la capital extremeña narra cómo es su oficio: el de esculpir cabezas en la calle Almendralejo

Fran García posa con unas tijeras y un peine, en su céntrico negocio.

Fran García posa con unas tijeras y un peine, en su céntrico negocio. / Jorge Armestar

Alberto Manzano Cortés

Alberto Manzano Cortés

Mérida

El trabajo de peluquero es para Francisco José García (Mérida, 1991) una tradición que se ha transmitido con el paso de los años entre los miembros de su familia. No podía haberse dedicado a otra cosa. Lo suyo le viene de fábrica, y es que este joven emeritense enamorado de su oficio, proviene de una larga saga de artistas de la tijera, el peine y la navaja de afeitar. Aprendió la profesión de su tío Juanjo cuando era un jovenzuelo, y éste a su vez, la aprendió de su bisabuelo, quien fuera el fundador de esta popular dinastía peluquera. «Yo he vivido en casa este oficio y siempre me ha gustado mucho. Empecé con 19 años y fue entonces cuando dediqué horas incontables en el local de mi tío para aprender todas las labores y entresijos. Lo primero que me enseñó fue a barrer el establecimiento, luego ya me dejó peinar y pasó bastante tiempo hasta que pude cortar», rememora con ilusión a este periódico.

Fran cortando el pelo a un cliente en su peluquería en la tarde de ayer..

Fran cortando el pelo a un cliente en su peluquería en la tarde de ayer.. / Jorge Armestar

Disfrutar del trabajo

Cuando Fran ya era maestro en el arte de esculpir cabezas, se quedó con la peluquería de Pedro Fábregas, ubicada en la calle Almendralejo. Le ha ido tan bien que este mes de abril va a cumplir cuatro años. Con una trayectoria profesional que ronda más de una década, García se define como un «un peluquero de corte clásico pero adaptado a los tiempos actuales». Es una persona alegre y muy positiva. También posee un gran número de vivencias y un bagaje que le hacen ser aún más completo. Lleva por bandera que su peluquería sea un lugar para disfrutar de un rato de desconexión, mientras cuida y moldea el pelo de los vecinos. Disfruta de su profesión, y eso se nota cuando habla de ella. Para él, el trato personal y cercano con la gente, es esencial.

Amplia sonrisa

De hecho, son varios, los que durante la entrevista, se asoman por la puerta del local simplemente para decirle un «¿qué tal va la cosa, Fran?», a lo que él responde de inmediato con una amplia sonrisa y alguna que otra broma. «Me llevo genial con mis clientes y siempre he tenido claro que esto era lo mío», finaliza.

El peluquero emeritense con sus armas de trabajo.

El peluquero emeritense con sus armas de trabajo. / Jorge Armestar

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