Un pueblo volcado en su tradición

Montánchez, con el dulce en la cabeza para honrar a San Blas

Las mujeres de la localidad cacereña de Montánchez vuelven a ataviarse con el refajo, su traje típico, para cargar los tableros y portar sobre ellos pastas y confites. Continuaron así con la tradicional procesión del Ramo, que sirve para honrar al patrón de los otorrinos

Cáceres

Unas 200 mujeres desfilaron el lunes, 3 de febrero, en la procesión el Ramo, tradición que Montánchez celebra dentro de su fiesta en honor a San Blas. Todas ellas iban ataviadas con el refajo (traje tradicional) y portaban sobre sus cabezas los tableros que llevan dulces típicos de estas fechas como escaldones, roscas fritas, pasteles, tartas, brazos de gitano o los nuégados de miel. 

Las montanchegas, de todas las edades, procesionaron y bailaron por las calles de la localidad cacereña al son de la música. La marcha salió desde la ermita de San Blas, pasó por diferentes puntos del municipio como la plaza o el Altozano y finalizó a pocos metros de la capilla donde comenzó.

Según Joaquín Plana, alcalde de Montánchez, en la procesión del Ramo participaron unas "200 mujeres" que bailaron y pasearon el dulce por San Blas para continuar con una tradición de "toda la vida". 

Tras el desfile, la fiesta siguió con el reparto de escaldones, el dulce más típico por San Blas. Mientras que la jornada finalizó con un concierto de un trío musical en el centro cívico del municipio cacereño.

Aunque la procesión del Ramo tuvo lugar ayer, la fiesta comienza un día antes. La tradición marca que en la noche del 2 de febrero se celebra la ‘velá’, con una gran hoguera. En ella se queman muebles o enseres viejos que arrojan los vecinos para que perezcan pasto de las llamas.

Traje típico

Las montanchegas visten el refajo para pasear el dulce por San Blas. El traje está compuesto por el propio rejafo (falda), enaguas, pololos, medias, entre otros elementos. Además, las vecinas se ponen sobre la cabeza una rodilla (rosco acolchado para cargar y llevar peso) y encima el tablero, que lleva diferentes dulces tradicionales, y que corona una bandera y, con ella, una tradición que sigue vive

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