Transformación del tejido comercial tradicional
Los héroes del comercio local en Cáceres: así sobreviven las tiendas de barrio
Negocios locales como la mercería Naty, la frutería Andrés y la pescadería Felipe Salgado continúan siendo fundamentales para la vida de los barrios, pese a los desafíos que enfrentan en la actualidad. La presidenta de AECA, Paki Campos, propone iniciativas para la revitalización del sector

Andrés Saénz gestiona junto a su mujer la frutería Andrés, ubicada en la galería comercial Antonio Hurtado. / Jorge Valiente
A pesar de que corren tiempos difíciles para el comercio local, son muchos los pequeños negocios locales que resisten ante la presión de las grandes superficies y el comercio online. Estos pequeños comercios de proximidad, conocidos por su trato cercano y su arraigo en la comunidad, siguen desempeñando un papel importante en la vida de los barrios, fomentando la economía local y el tejido social. Sin embargo, su supervivencia se antoja cada vez más complicada.
En Cáceres, los barrios siguen contando con panaderías, carnicerías, ultramarinos y tiendas locales de toda la vida que resisten gracias a una clientela fiel. "Aquí nos conocemos todos. Nuestros clientes saben que ofrecemos productos de calidad y prefieren venir presencialmente", explica Itziar Falque, propietaria de la mercería Niki, situada en la galería comercial Antonio Hurtado. Para ella, lo que verdaderamente marca la diferencia es el trato personal con el cliente.
Mayor competencia
Aún así, sostiene que desde la pandemia se ha notado un pequeño bajón provocado, entre otras cosas, por la competencia de las grandes superficies y el auge de las plataformas online, que operan con precios y estrategias de marketing inalcanzables. "En mi caso, no me puedo quejar. Tengo mi propio nicho de mercado en el barrio y, mientras que el negocio siga funcionando como hasta ahora, aquí seguiremos", subraya la comerciante.
Frente a su local se ubica la frutería Andrés, con una dilatada trayectoria en la ciudad. A cargo de ella se encuentra Andrés Sáenz, que gestiona el negocio con la ayuda de su mujer. En su caso, apuestan por la cercanía con la clientela y por largas jornadas de trabajo para subsistir. "Actualmente, estamos trabajando entre 11 y 12 horas diarias, las cuales nos repartimos como podemos", comenta el vendedor. "Estamos muy apretados, principalmente por la competencia, que cada vez es mayor", señala.

Itziar Falque, propietaria de la mercería Niki. / Jorge Valiente
A ello se suma la constante subida de precios en productos básicos como huevos, harina o leche, lo que lleva a los consumidores a restringir su gasto y buscar opciones más económicas. Andrés asegura que las pequeñas fruterías y otros locales de alimentación se ven afectados por la venta ambulante, y denuncia que, mientras a ellos se les exigen nuevos sistemas de pesaje y control de cajas registradoras, los vendedores ambulantes no están sujetos a las mismas normas. "No estamos en igualdad de condiciones", lamenta.
El consumo evoluciona
Aunque el papel de estos establecimientos es fundamental en la vida cotidiana de muchos cacereños, su permanencia hoy en día no es tarea sencilla. Junto a la expansión del comercio electrónico, se han producido cambios en los hábitos de consumo, ya que ahora los clientes priorizan la comodidad, la rapidez y la posibilidad de comparar precios al instante.
Así lo afirma Paki Campos, presidenta de la Asociación de Empresarios del Comercio de Cáceres (Aeca), quien también atribuye la pérdida de negocios locales a la "falta de relevo generacional", lo que deriva en el cierre tras la jubilación de sus dueños. A su vez, el incremento de los costes fijos (salarios, alquileres, energía, seguros e impuestos) y la escasa capacidad de inversión para renovarse, digitalizarse o adaptarse a las nuevas demandas son otros factores que contribuyen a la delicada situación actual.
Adaptarse para sobrevivir

La pescadería Felipe Salgado sigue siendo un referente en la ciudad con más de cinco décadas de tradición. / Jorge Valiente
Otro negocio que sigue resistiendo es la pescadería Felipe Salgado. Su gerente, Cristina Salgado, reconoce que los hábitos de consumo han cambiado con el avance de Internet. «Nosotros sí tenemos venta online, aunque, en el caso del pescado, la gente sigue prefiriendo venir en persona al local. También potenciamos mucho el servicio a domicilio y siempre ofrecemos productos de buena calidad», explica.
Sin embargo, lamenta que cada vez se consuman más productos procesados y ultraprocesados, lo que supone un reto para su sector. «Luchar contra ello es muy complicado», afirma. Pese a todo, en este negocio que lleva más de cinco décadas instalado en la ciudad aseguran que siguen «al pie del cañón», apostando por la calidad del producto y la cercanía con el cliente como sus principales armas para sobrevivir en un mercado cada vez más difícil.
Un panorama delicado
Cáceres, como principal núcleo urbano de la provincia, concentra una parte importante del comercio minorista. No obstante, aunque los datos municipales actualizados son limitados, las cifras regionales reflejan una situación delicada: en 2024, Extremadura tuvo un crecimiento del 0,7% en ventas minoristas, por debajo del 2,1% nacional, según los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Según la líder de Aeca, el comercio tradicional cacereño "está resistiendo como puede en un entorno cada vez más exigente" y los comerciantes advierten sobre "una menor afluencia de clientes y una creciente dificultad para mantener su volumen de ventas", sostiene.
La región extremeña creció un 0,7% en ventas minoristas en 2024, frente al 2,1% nacional
El reciente informe de la Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos (UPTA) ha revelado que en los últimos doce meses han desaparecido 9.269 comercios a nivel nacional, lo que equivale a un promedio de más de 25 cierres diarios. Esta situación afecta especialmente a los colectivos más vulnerables, como las personas mayores, al reducirse el comercio de proximidad.
Además, conlleva la pérdida de vida en el barrio y una disminución de la cohesión social, ya que estos negocios locales también son puntos de encuentro para la ciudadanía. A pesar de que existen iniciativas para revitalizar el sector, "muchos negocios siguen afrontando la situación en solitario, sin recursos suficientes para modernizarse o adaptarse a los nuevos hábitos de consumo", precisa Campos.
Para Eduardo Abad, presidente de UPTA, la reciente pérdida de comercios nos ofrece una idea sobre el futuro inmediato de este sector, por lo que considera fundamental "implementar medidas efectivas para salvar y proteger el tejido productivo local" y poner todos los esfuerzos para frenar su destrucción o, de lo contrario, "seremos testigos del cierre de miles de comercios, dejando pequeñas ciudades y pueblos sin actividad económica", afirma.
En los últimos doce meses, han cerrado sus puertas más de 25 comercios al día en España
Capacidad para resurgir
Según la presidenta de Aeca, aunque actualmente existen ayudas y programas impulsados por la Junta de Extremadura o la Diputación de Cáceres, para muchos comerciantes siguen siendo "insuficientes o poco accesibles", por lo que sería conveniente "una política de apoyo más práctica, sostenida y que se diseñe junto a los comerciantes", expone.
"La situación es compleja, pero no irreversible. Si todos los actores implicados cooperan desde una visión compartida y realista, el comercio de Cáceres tiene potencial para recuperar protagonismo como motor económico, social y cultural de la ciudad", subraya.

La presidenta de Aeca, Paki Campos, en imagen de archivo. / Jorge Valiente
Estrategias para perdurar
Para frenar el cierre de más comercios y revitalizar el sector, Campos propone algunas iniciativas y advierte que es crucial "reforzar la identidad comercial, trabajar la marca, la historia y los valores", así como ofrecer un trato cercano y de calidad al cliente. También aboga por fomentar la colaboración entre negocios y pide una mejora de la experiencia de compra con más personalización, asesoramiento y creatividad, además de aprovechar el espacio urbano para sacar el comercio a la calle.
En cuanto a las medidas institucionales, expone la necesidad de campañas más ambiciosas y visibles para apoyar el comercio local, incentivos fiscales para negocios en zonas vulnerables y la mejora de la movilidad y accesibilidad al centro urbano.
Y es que, a pesar de los desafíos, la resistencia de estos pequeños negocios sigue basándose en su trato personalizado y en su arraigo en los barrios. La duda es hasta cuándo podrán mantenerse en pie frente a un mercado cada vez más dominado por grandes cadenas y normativas que, según algunos comerciantes, no juegan a su favor.
Suscríbete para seguir leyendo