La mejor película del año
Los dos motores que impulsaron ‘El 47’ de Manolo Vital hasta Torre Baró
Cuando el autobús de la línea 47 toma el giro definitivo hacia lo alto de la colina, hay dos motores que empujan hacia Torre Baró. Uno lo acelera el pie de Manolo Vital, su conductor. El otro golpea desde su corazón, insuflado por el espíritu luchador de su padre, fusilado y arrojado al fondo de Mina Terría, en su Cáceres natal, que nunca olvidó.

Elenco de ‘El 47’, con Eduard Fernández encarnando a Manolo Vital. / E. P.
Manolo Vital solo tenía 13 años cuando vió por última vez a su padre, Diego. Los falangistas le pegaron cuatro tiros a quemarropa delante de él . Junto a medio centenar más de personas, fue abandonado durante casi un siglo en el fndo de la charca de la mina Terría de Valencia de Alcántara. No hubo tiempo para juegos de adolescente. De repente era el cabeza de familia de su madre y hermanos, había que salir adelante. Su tierra era Extremadura, era Cáceres, pese al recuerdo tenebroso. Miró adelante y se convirtió en uno más de los extremeños emigrados de sus pueblos en los años 50. Atrás quedaba la dura vida del campo a cambio de una incierta oportunidad por un trabajo digno en Barcelona. Costó mucho, pero lo logró. Condujo durante décadas la línea número 47 de autobús en la Ciudad Condal. El movimiento asociacionista lo llevaba en la sangre, le servició para sortear mil y una dificultades, incluido el transporte desde el lejano poblado que, cada día, emprendían decenas de vecinos hacia la próspera capital. En su cabeza rondaba la pasión con la que tantas veces vio alzarse a su padre, contable en el ayuntamiento de Valencia de Alcántara.

Manolo Vital, en Torre Baró. / E. P.
La taquillera película ‘El 47’, basada en hechos reales, pone la piel de gallina desde la primera escena a quienes conocieron ese Torre Baro de primera mano, a los que emigraron lejos de su tierra en busca de un futuro más digno, a los que lo consiguieron, a los que no lo lograron, y también a quienes tienen a sus antepasados enterrados en lugares que a veces ni conocen. Es el mejor filme del año y así lo demuestran sus 14 nominaciones a los Premios Goya y sus galardones en los Forqué.
Antes de la historia que narra la película, dirigida por Marcel Barrena y en la que Eduard Fernández encarna al protagonista, están los duros años de Manolo en su pueblo de Cáceres. Nunca tuvo la oportunidad de llorarle en un funeral, ni de acudir a velarle ante la sepultura. Solo le quedaba una carta que le acompañó durante toda su vida, escrita a su madre casi al pie del paredón por Diego Vital, disponiendo sus últimas voluntades: «Por si no volviese, venderías el barbecho: el Pinto te diría quién es el que lo compra. Las cabras las venderías enseguida, para que no puedan comérselas y el cochino, harías lo mismo y liquidarías con la señora Manuela, la del pan. Y sin más, adiós. Tu esposo, Diego Vital. Y el reloj para Manolo». Un reloj que siempre le acompañó, que por nada iba a cambiar. Era el único recuerdo que mantenía vivo el espíritu de su padre, de Diego Vital.
Nunca olvidó su raíz
Nunca olvidó su raíz y jamás lo ocurrido con su padre. Le buscó toda su vida, pero murió en 2010 sin encontrarlo. Padre e hijo volvieron a revivir años después al coincidir en el tiempo el estreno del filme con la identificación, mediante el ADN, de Diego Vital.
De la treintena de cuerpos arrojados junto al padre del conductor de ‘El 47’, solo se identificó a otros siete fusilados: Eugenio Díaz Borja, Juan Pirón Machado, Francisco Refolio Gómez, Antonio Tejela Fragoso, Julio Tomás Alfonso Pintor y Amado Viera Amores (entonces alcalde de Valencia de Alcántara y padre de Conchita Viera, que acaba de ser homenajeada por Pedro Sánchez por su lucha por la memoria histórica). Se conocen los nombres y apellidos de otros 37, pendientes de identificar en el laboratorio. Doce más siguen siendo anónimos y hay nueve de los que no se ha podido obtener el ADN por la degradación a la que han estado sometidos los cadáveres tras 82 años en el fondo de una fosa común anegada por el agua.

El «mosaico de huesos» que encontraron en la mina Terría de Valencia de Alcántara. / E. P.
Al llegar hasta donde estaban, se encontraron con un «mosaico de huesos que estaban todos mezclados», según Laura Muñoz, encargada del proyecto arqueológico del que estuvo a cargo el grupo Aranzadi. Ni siquiera existían garantías de poder obtener los perfiles genéticos de cada persona por lo deteriorados que podrían estar los restos. A esta actuación se encomienda ahora la Diputación de Cáceres para que finalice con un resulado similar la exhumación en la mina La Paloma de Zarza la Mayor, donde ya se trabaja a 33 metros de profundidad.
Pertenencia a Torre Baró
Cuando Manolo llegó a Barcelona no tenía nada. Logró reunir unas cuantas pesetas para comprar un pequeño terreno en el extrarradio. Una de las muchas montañas que rodean a Barcelona se convirtió en su hogar. Era Torre Baró, donde creció un sentimiento de pertenencia de sus cientos de vecinos y donde surgió el amor con Carmen, aquella monja profesora con la que cruzaba miradas, de la que se enamoró perdidamente y con la que formó una familia. Con el paso del tiempo, lo más sencillo para muchos era irse a vivir en un lugar más céntrico, donde no hubiese cuestas infernales, una casa de cuyos grifos pudiera salir agua caliente... Pero, ¿y todo lo que habían pasado para tener allí su casa? ¿Qué sería de aquellos esfuerzos por luchar contra leyes injustas?
Allá por los años 50, a los que se remonta la película en su primera parte, se podía construir con una norma hipócrita había una norma: la casa que no tuviese techo al amanecer podría ser derrumbada. Y allí estaban las autoridades, firmes cada mañana, para cargarse a golpe de marra todos los esfuerzos que habían hecho bajo la luz de la luna y las velas. Pero Vital tuvo una idea: lo más importante era la unión, ser un equipo y trabajar todos a una. Así conseguirían construir unas viviendas que, a la postre, significaron mucho más. Eran el futuro, su propiedad, sus tierras. Torre Baró era su hogar. Había que protegerlo, había que luchar por él. El autobús tenía que subir hasta sus casas fuese como fuese.
Manolo se pateó toda la ciudad, habló con todos los que hizo falta, se ofreció voluntario para lo que fuese necesario. Pero era imposible. Su misión era costosa: no había calles asfaltadas, había baches y nadie le hacía caso. Pero un día se reveló. Se cansó de ver a su mujer meter los pies en agua por el cansancio de subir las cuestas y honró la memoria de su amigo Felipín, que murió en un incendio tras la imposibilidad de que los bomberos llegasen al quedarse atascados con el camión.
Carmen, a escondidas, comenzó a explorar nuevas vías en busca de un futuro mejor. Encontró un piso cerca del centro. 500 pesetas de alquiler. Ya podían permitírselo, pero Manolo no iba a darlo por perdido tan pronto. Decidió, quizá en un acto de locura, secuestrar el autobús que conducía todos los días hasta la plaza de Catalunya y subirlo por las cuestas hasta el centro de Torre Baró. No lo hizo solo. Estaba con sus amigos, con los que tantas charlas había mantenido en sus horas de conductor: Pasqual Maragall, que luego fue alcalde de Barcelona, la señora Vila, que tanto se metía con él por «su mala conducción», el abogado, y aquella señora que quería ver mundo, pero que se quejaba de que su marido no le acompañaba.
El autobús subió. Era obvio que iba a hacerlo. Se trataba de una guerra entre clases tras el bofetón que supuso la negativa del ayuntamiento de ayudarle. Pero la jugada le salió cara a Manolo. Detenido y condenado. Al menos, el pueblo estaba de su parte y la presión popular le devolvió a su puesto de trabajo. Donde tan feliz era. Torre Baró comenzó a disponer de un servicio de autobús para su gente gracias a él. ¡Qué orgulloso hubiera estado Felipín, con lo rebeldes que eran los dos, de haberlo visto con sus propios ojos!
En plena Transición
La historia deja patente que la Transición española no fue cosa de unos pocos, sino una gran actuación coral, con el asociacionismo y la sociedad al frente. Ese reconocimiento tardío, ahora el mundo del cine se lo está devolviendo. Fue la gran triunfadora en los Premios Forqué celebrados en diciembre en donde recibió los dos galardones a los que optaba: mejor largometraje de Ficción y Cine en Educación y Valores. No es para menos. Esta película relata una historia de disidencia y movimiento vecinal que transformó la ciudad de Barcelona para siempre, con la lucha de los llegados desde todos puntos de España y con el cacereño Manolo Vital como gran protagonista.
Y en breve llegarán los Goya, donde es la película con más nominaciones. ‘El 47’ va a luchar por hasta 14 premios, entre ellos, mejor película, mejor guión, mejor música, mejor canción, mejor actor y actriz de reparto, actriz revelación, mejor dirección de producción, dirección de fotografía, montaje, dirección de arte o vestuario. El 8 de febrero, en el Palacio de Congresos de Granada, sabremos cuántas estatuillas se llevan definitivamente.
Ya es lo de menos. Marcel Barrena y su elenco han hecho una obra de arte que permanecerá a lo largo de la historia en el sentir de los barceloneses, pero también de los extremeños, que miran a Manolo Vital como uno de los referentes del mundo de las asociaciones gracias a los valores que le inculcaron cuando era un niño en su pueblo, en Valencia de Alcántara. Un lugar tan castigado por la Guerra Civil y que ahora trabaja por la memoria histórica como aquellos 49 hombres fusilados siempre merecieron, y como sus 49 familias callaron durante años el dolor y escondieron las lágrimas por temor a sufrir las mismas consecuencias.
Suscríbete para seguir leyendo
- Matanza felina en un pueblo de Cáceres: una de las gatas estaba a punto de parir
- La mujer atropellada en Cáceres, de 50 años, sigue en la UCI en estado grave y el autor continúa fugado
- Desvelamos el secreto mejor guardado de Cáceres: nueva pastelería en Rodríguez Moñino
- Localizan e identifican a los dos ocupantes del vehículo que atropellaron a una mujer en Cáceres
- Volver (a Cáceres)
- Sigue en directo el desfile del dragón de San Jorge de Cáceres
- Fecha clave de celebración del mercado franco en Cáceres: 'Es un gran día
- La Policía Local pide colaboración para localizar al responsable de un atropello en Cáceres