Historia de una vida en el campo

Julio Rebollo, el último hortelano de la Ribera del Marco

Este agricultor de Cáceres recibirá hoy, 6 de enero, el premio ‘Valores Extremeños’ que concede la Asociación Cultural Amigos de la Estatua del Poeta José María Gabriel y Galán. Un reconocimiento al que se cree que es el último horticultor profesional de esta zona de la capital cacereña

Julio Rebollo en su huerta.

Julio Rebollo en su huerta. / Cedida

Cáceres

Hay que remontarse años atrás para hablar de una Ribera del Marco como un lugar donde la agricultura profesional reinaba. No obstante, todavía hay personas que trabajan la tierra de una de las grandes zonas verdes de Cáceres, aunque pocas o quizás solo una para vender sus cosechas. Julio Rebollo García, 65 años, es hortelano (ahora jubilado) de toda la vida. Nació en la huerta de la Ribera de Cáceres y todavía sigue viviendo en ella.

Este agricultor recibirá hoy, 6 de enero, el premio ‘Valores Extremeños’ que concede la Asociación Cultural Amigos de la Estatua del Poeta José María Gabriel y Galán. Según Matías Simón, presidente de esta agrupación, Rebollo ganó este reconocimiento, puesto que «representa a todos los agricultores que han pasado por la Ribera» y, a su vez, esta distinción  servirá para dar visibilidad a una zona que Matías Simón define como «el cielo al revés», parodiando a Atahualpa Yupanqui, cantautor argentino, que describía con esta frase a La Pampa de su país.

«Me alegra recibir este premio», señala Julio Rebollo durante una charla con el Periódico Extremadura. En especial, porque será una ocasión donde podrá trasladar unas palabras a los presentes reivindicando la Ribera del Marco, una zona que ciertas personas «no saben apreciar», denuncia. Sin embargo, dicho cacereño no quiere revelar el groso de su discurso y guarda los detalles para hoy, día que reciba el premio ante el monumento de Gabriel y Galán.

Una vida por el campo

Julio Rebollo nació un 27 de marzo, Viernes Santo, de 1959 en una casa de una huerta a las afueras de Cáceres y sigue residiendo en la misma tierra, una finca junto a la Ribera del Marco denominada El Huerto de los Naranjos. 

Rebollo cuenta que ha dedicado toda su vida a la agricultura, a excepción de los años que fue a la escuela o el año que estuvo en el ejército. Un oficio al cual se dedicó su bisabuelo, su abuelo, su progenitor, sus tíos y él. Este vecino de la Ribera del Marco dice que aprendió de su padre como se aprende esta profesión, «viéndole y trabajando». Aunque conoció este trabajo de la mano de su progenitor, dicho cacereño afirma que «uno no termina de formarse, siempre hay algo nuevo todos los años».

 Dentro del mundo de la agricultura, este cacereño se dedicó al cultivo de hortalizas como lechugas, repollo, acelgas o tomates. Cosecha que vendía en mercados, almacenes de frutas y demás sitios. Alimentos «naturales, criados en el campo y sin productos químicos», asevera este hortelano de Cáceres.

Con el dinero de este oficio crio a sus tres hijos. Uno de ellos se dedica parcialmente a este trabajo, no obstante Rebollo cree que es el «último hortelano» que se ha dedicado plenamente a la agricultura en la Ribera del Marco. 

Según este agricultor cacereño a sus tres descendientes les gusta el campo y de una manera u otra están conectados a este, ya sea por el ganado, caballos, la siembra u otros temas. Sin embargo, solo hay uno que vive parcialmente del cultivo, «pero como es difícil vivir de esto, tiene otro trabajo a media jornada», apunta la persona que hoy será reconocida con el premio ‘Valores Extremeños’. Además, «todo sube y la tierra -superficie- que yo tengo no es para sacar mucha producción», precisa. 

Para poder vivir de esta tierra, este hortelano de la Ribera del Marco dice que tiene que sacar tres cosechas. «Cuando se acaba el tomate, se cultiva repollo y puerros y después se plantan lechugas, así sucesivamente», explica Rebollo. «Si sembrara de una cosa solo, no me daría para vivir todo el año», reitera.  

Pasión por la agricultura

Julio Rebollo está jubilado, no obstante todavía sigue ligado al campo, puesto que, ayuda a su hijo con los cultivos. Para este vecino de la Ribera del Marco, este trabajo no es solo su oficio, también su «hobby».

Este hortelano cuenta que tuvo la oportunidad de trabajar fuera, pero «a mí me ha gustado este oficio, he estado siempre con mi padre y he criado a mi familia aquí», resalta este vecino de Cáceres que recogerá hoy el premio ‘Valores Extremeños’. Un trabajo que bajo su punto de vista tiene ventajas, puesto que no «tienes jefe, ni nadie que te mande», pero que tiene otras dificultades como el tiempo arbitrario donde no llueve la cantidad o en las fechas que uno quiere. Además, esta profesión «no se sabe que son vacaciones, ni pagas extraordinarias, ni días de fiesta, ni horarios». 

Tras la jubilación de este cacereño, la gente le preguntaba si iba a colgar el mono de trabajo e iba a dejar de vender, no obstante Rebollo respondía: «Seguir viniendo a mi huerta a por tomates y continúan acudiendo».

Ribera del Marco, «el pulmón de Cáceres»

Este hortelano jubilado define a la Ribera del Marco como «el pulmón de Cáceres» que había que tenerlo como «oro en paño». Una zona que debían «cuidarla, arreglarla y prepararla» para que la gente paseara o los jóvenes vieran cómo se siembra una acelga, una lechuga, un puerro, un tomate o un pimiento y comprendan que estos productos no «solo están en las tiendas, que sepan cómo se cría y de dónde sale». 

Una ribera que cambió con los años, cuando Rebollo era joven estaba «llena de hortelanos desde el Marco, donde empieza, hasta el Guadiloba», una zona donde muchos «criaron a sus hijos gracias a las huertas».

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