Cuando The Queen se refugió en Cíes
Se cumplen 120 años de la escala forzada por un temporal del yate británico 'HMY Victoria and Albert' en Vigo, con la reina consorte Alexandra y las princesas Victoria y Maud a bordo

Óleo de 1903 del '«HMY Victoria and Albert', obra de Eduardo de Martino.
Francisco Díaz Guerrero
Reyes, emperadores, presidentes, ministros… A lo largo de la historia Vigo fue puerto de llegada y de salida de políticos al más alto nivel. Entre ellos figura toda una reina del Reino Unido, país que, por otra parte, no ha aportado demasiados visitantes vinculados al mundo de la política en este tipo de visitas a la ciudad. Se trata de la reina consorte Alexandra, quien a bordo del yate real HMY Victoria and Albert fondeaba al abrigo de la ría viguesa en la mañana del 20 de marzo de 1905, hace ahora 120 años, de manera totalmente imprevista.
La embarcación llegaba de arribada forzosa debido a un incesante temporal que la venía sacudiendo desde que zarpara de Portsmouth tres días antes, con la intención de dirigirse a Lisboa. La visita había cogido con el pie cambiado a autoridades y prensa vigueses, que no cesaban de hacer conjeturas sobre la procedencia de la majestuosa embarcación que se dibujaba difusamente en el horizonte de la cerrada mañana, así como el del barco militar que lo escoltaba.
La sorpresa fue mayúscula cuando por fin se pudo confirmar el origen del yate y sus ocupantes. Y si, a bordo viajaba la reina Alexandra de Dinamarca, esposa de Eduardo VII, quienes entre 1901 y 1910 fueron reyes del Reino Unido, de 15 países de la Commonwealth y por si faltaba algo, también emperadores de la India.
Cuentan las crónicas que tras tomar fondeo, del yate salió una lancha a vapor rumbo al muelle de Comercio desafiando el embravecido oleaje. La falúa estaba ocupada por varias personas que venían a tierra a entregar a las autoridades aduaneras la documentación del yate, disipándose desde aquel momento cualquier atisbo de duda sobre los ocupantes de la regia embarcación, en la que también viajaban dos hijas de la reina, las princesas Victoria y Maud, su hijo político y un hijo de éste.
De las certificaciones se desprendía que el rol del yate estaba compuesto nada menos que por 370 tripulantes y personal de cámara al mando del contralmirante Sir Archibald Berkeley Milne, primer ayudante de campo y hombre de confianza del rey. La embarcación que daba escolta al HMY Victoria and Albert era el crucero acorazado HMS Cornwall, que hacía menos de un año que había sido estrenado por la Royal Navy. El nuevo buque militar medía 141 metros de eslora por 20 de manga y desplazaba 9.800 toneladas. Estaba artillado con 25 cañones de distinto calibre y 2 tubos lanzatorpedos. Su tripulación la componían 678 hombres.

La Reina Alexandra. / FdV
Cuando la reina arribó a Vigo acababa de cumplir 60 años y hacía tan solo cuatro que había subido al trono. Aunque llegaba en viaje privado conocido en el argot como «de incógnito», a bordo del yate sería recibido el cónsul del Reino Unido en Vigo, Manuel Bárcena y Andrés, más tarde II Conde de Torre Cedeira y primer presidente del Real Club Celta.
El alcalde de Vigo Ricardo Senra y demás autoridades civiles y militares, vistiendo trajes de gala, intentarían también acceder al HMY Victoria and Albert desde otra embarcación para cumplimentar a los regios visitantes, teniendo que desistir debido a la fuerza del temporal y tras sufrir una soberana mojadura. Si lo harían al día siguiente al haber remitido el mal tiempo. La estancia real en aguas viguesas se prolongó hasta media tarde del día siguiente en que reanudaron su periplo rumbo a Lisboa, primera escala oficial de su particular crucero al Mediterráneo. Un viaje en el que, a la vuelta, la reina visitaría Vilagarcía de Arousa. Antes de abandonar Vigo, las princesas Victoria y Maud harían una excursión por la ría en una de las falúas a vapor del yate. Con el paso de los años, los nietos de la reina y futuros reyes Eduardo y Jorge, visitarían Vigo en enero de 1931 para embarcar en el vapor Oropesa con destino a Perú.
El oleaje impidió que las autoridades viguesas pudiesen subir al yate
A pesar de su origen danés, a Alexandra se le abrieron de par en par las puertas de la corte británica cuando fue elegida en 1862 con tan solo 16 años de edad, prometida del entonces Príncipe de Gales, más tarde Eduardo VII, con el que se casaría al año siguiente ganándose de inmediato el cariño y el respeto del pueblo británico. Tal fue su popularidad, que su forma de vestir marcó tendencia, no tardando en ser imitada por las mujeres de la época. Dicen los historiadores británicos que la nueva Princesa de Gales era de una gran belleza y sensibilidad, risueña, culta, amante de las obras filantrópicas y sufrida víctima de los engaños de su marido, algo que no suena extraño si recordamos a otra Princesa de Gales más cercana como Lady Di. Alexandra murió en 1925 a los 80 años de edad, debido a una insuficiencia cardíaca agravada por su delicado estado de salud.

Vigo, a principios del siglo XX. / FdV
En cuanto al yate real se trataba de una ostentosa embarcación, la tercera en portar el nombre de HMY Victoria and Albert. Con un coste de 572.000 libras esterlinas, fue estrenada en 1901 y con él la corona británica quería competir con el Hohenzollern del káiser alemán y el Shtandart del zar ruso. Medía 128 metros de eslora, algo más que sus rivales, a los que también superaba en lujo y sobre todo en que era un yate puro y no una combinación de yate-buque de guerra como sus adversarios. Con unos interiores que rivalizaban en lujo y comodidades con el mismísimo palacio de Buckingham, la embarcación prestó servicio a cuatro soberanos y se mantuvo en activo como yate real hasta 1939.
Tras la guerra fue dada de baja y desmantelada siendo reemplazada por el Britannia, que tuvo una vida algo más extensa (1954-1997). Su baja puso punto final a la flota de yates reales británicos, ya que desde entonces ninguno más tomó el relevo. Pero en el cuaderno de bitácora del HMY Victoria and Albert quedaría perpetuado el nombre de Vigo como uno de los puertos que visitó la realeza británica a lo largo de la historia.
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