Opinión | Es decir

García-Page los llama racistas, y como si lloviera

Es ese pensar lo que dice, y el decirlo justamente como lo piensa, lo que le granjea la aprobación de los españoles socialistas y no socialistas en general y la mayoría absoluta en Castilla-La Mancha en particular

Miguel Ángel Gallardo con Emiliano García Page

Miguel Ángel Gallardo con Emiliano García Page

A saber: cuando Emiliano García-Page dice: «Que no me vengan con cuentos de muros frente a la extrema derecha cuando se está pactando con la peor», ¿a quiénes se refiere? Lo de García-Page con su partido o, mejor, con el Gobierno del que su partido es parte principal e interesada (o sea, concernida, atañida: ningún otro interés) empieza a ser divertido por su impunidad. No se refiere a nadie, evidentemente, porque nadie va a irle con nada para convencerle… (de nada tampoco, por lo demás). Así que, por poder decir, puede decir incluso «cuentos chinos», que es lo que realmente ha dicho, ajeno a lo woke, indiferente a lo políticamente correcto: «No me vengan con cuentos chinos de muros frente a la extrema derecha…». Es ese pensar lo que dice, y el decirlo justamente como lo piensa, lo que le granjea la aprobación de los españoles socialistas y no socialistas en general y la mayoría absoluta en Castilla-La Mancha en particular.

De lo dicho esta vez, nadie habrá que no sepa a qué se refiere con esa «extrema derecha» frente a la que el Gobierno quiere levantar muros: el primero, este jueves, que es cuando el presidente del Gobierno ha convocado a los líderes de todos los grupos parlamentarios salvo al de Vox para explicarles la posición del Gobierno respecto a la guerra de Ucrania e informarles de las exigencias de la Unión Europea en materia de Defensa. Y nadie habrá tampoco que no sepa que García-Page se refiere a Junts, al que considera extrema derecha también, cuando dice «pactando con la peor», que es lo que, en efecto, el Gobierno está haciendo, pactar o haber pactado ya con Junts la cesión de las competencias de inmigración a Cataluña, pese a que tales competencias no son ni transferibles ni delegables por ser exclusivas de un Estado (y Cataluña no lo es, aunque esté en el empeño), según ha recordado García-Page citando la Constitución, artículo 149.2, antes o después de decir que «como demócrata, me sonroja» y de confiar en que «a alguien se le ocurra quitar del argumentario lo del muro contra la extrema derecha».

Nadie habrá tampoco que no sepa que García-Page se refiere a Junts, al que considera extrema derecha también, cuando dice «pactando con la peor», que es lo que, en efecto, el Gobierno está haciendo

Conociendo la tirria que le tiene a Puigdemont, el cual gobierna España con siete votos porque el Gobierno (el presidente, más bien) está a lo que Puigdemont diga, nadie habrá tampoco que se extrañe de que García-Page le acuse de racista, o de que tache de racista la cesión a Cataluña de esas competencias de inmigración. Y así lo ha dicho: «El pacto es racista», con lo que ha venido a llamar racistas a sus compañeros de partido en el Gobierno, incluido el presidente o sobre todo el presidente, por más que nadie en Ferraz ni en Moncloa se dé por aludido, sino que oyen sus cabreos como quien oye llover.

Su impunidad, en fin. No hay cancelación para lo que opina sobre las decisiones que no le gustan del presidente del Gobierno ni por oponerse (públicamente, no solo para sus adentros) a los indultos, la amnistía, las concesiones económicas y políticas a los socios parlamentarios cuyo apoyo permite que su partido gobierne…, nada de nada. Con razón, más de una vez se han calificado aquí sus declaraciones, o enfados, incluso sus acusaciones, como fuegos artificiales, cartuchos de fogueo, un espectáculo fugaz de pirotecnia, a jugar por el resultado: ¿nunca ha pensado en dimitir, por ejemplo, tras esos desencuentros, desaprobaciones y diferencias? Por descontado, cesarle y suspenderle de militancia es imposible mientras al partido le interese (y aquí el interés sí es interesado), dada la más que probable (pero podría probarse) circunstancia de que el voto socialista de Castilla-La Mancha sea el voto socialista que solo vota por Emiliano (García-Page).

Todo esto para hacer saber que el secretario general del partido en Extremadura, Miguel Ángel Gallardo, también discrepa del pacto, a su manera, pero discrepa, con sus propias palabras discrepantes, pero discrepa.

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