Opinión | Textamentos

Un paso por delante de Wall Street

Wall Street

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A los lectores de literatura que no saben gran cosa sobre números pocos temas les resultan tan arduos y fríos como el de la economía. Lo he constatado tras comentarles a varios amigos que estoy leyendo un libro sobre las finanzas en Wall Street. La mirada de extrañeza de estos amigos al escuchar mi “confesión” es el reflejo del rechazo que, excepciones aparte, solemos sentir por la economía. Hasta qué punto habremos interiorizado que el dinero no da la felicidad, que en muchos casos terminamos siendo infelices por no asegurarnos de tenerlo...

El libro en cuestión, Un paso por delante de Wall Street, del icónico inversor Peter Lynch, sugerente subtítulo incluido (Cómo utilizar lo que ya sabes para ganar dinero en bolsa), es un testimonio personal y profesional que, con el paso de los años, se ha convertido en una gran referencia en su género.

Peter Lynch nos enseña que la riqueza está al alcance de todos, aunque barrunto que, sin sus conocimientos sobre la materia —a los que él mismo pone en solfa en el libro de manera divertida—, adelantarse a los tiburones de Wall Street debe de ser tan complicado como estornudar sin cerrar los ojos

Lo inusual del libro es que está escrito no solo para los inversores profesionales, sino también para el ciudadano de a pie, que con suerte y astucia podrá resultar airoso en la Bolsa de Nueva York. ¿Cómo? Simplemente, observando lo que pasa en el día a día. La manera de ir un paso por delante de Wall Street, según Lynch, es apostar por empresas prometedoras y desconocidas cuando acaban de poner a la venta sus primeras acciones. Y cita como ejemplo a esos avispados clientes de McDonald’s que, tras zamparse sus hamburguesas, acabaron zampándose muy buenos dividendos al comprar sus acciones embrionarias.

Peter Lynch nos enseña que la riqueza está al alcance de todos, aunque barrunto que, sin sus conocimientos sobre la materia —a los que él mismo pone en solfa en el libro de manera divertida—, adelantarse a los tiburones de Wall Street debe de ser tan complicado como estornudar sin cerrar los ojos.

Un libro, en cualquier caso, lleno de morbo, pues creernos los más listos es un vicio nacional que afecta muchas veces incluso a los más tontos de la clase.

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