Opinión

La gigafactoría de Navalmoral, una inversión vital para Extremadura

La revisión del proyecto cimentado sobre el enorme potencial que atesora la región no puede acabar, una vez más, en expectativas frustradas para los extremeños

EL PRESIDENTE DEL GOBIERNO PEDRO SANCHEZ JUNTO AL CEO DE AESC EN NAVAVALMORAL

EL PRESIDENTE DEL GOBIERNO PEDRO SANCHEZ JUNTO AL CEO DE AESC EN NAVAVALMORAL

El sector energético es clave para el futuro de Extremadura, junto al tecnológico. La región se ha visto relegada históricamente en el desarrollo industrial que se concentró en Madrid, el País Vasco y el Arco Mediterráneo. La comunidad ya era productora energética, sin apenas rendimiento en su PIB. La necesidad de buscar fuentes de energía que sustituyan a los combustibles fósiles, cuyas emisiones son las responsables principales del cambio climático que compromete la salud del planeta, hizo virar los ojos de muchos inversores hacia Extremadura. La región tiene sol, agua y terreno en abundancia. Es capaz, por tanto, de producir la energía más barata y menos contaminante. Además, goza de posición privilegiada en la «batalla» de un mineral de interés estratégico, el litio, al contar con varios proyectos avanzados de exploración y ser una de las zonas con mayores reservas de toda Europa. Por si fueran poco estos pilares, el coste salarial es mucho menor que en el resto del país y la conflictividad laboral, prácticamente nula.

Los grandes proyectos que aún tienen que tomar forma definitiva están basados en esas realidades que han puesto bajo la lupa empresarial a esta tierra. Operaciones como la de Envision AESC en Navalmoral de la Mata tienen un significado de fondo que trasciende, incluso, la inversión y los puestos de trabajo. Ahora, según adelantó ayer EL PERIÓDICO EXTREMADURA, surgen dudas sobre el mega proyecto anunciado oficialmente hace ya más de dos años. Las altas expectativas creadas en la comarca de Campo Arañuelo, en la que gran parte de la población teme las repercusiones económicas del desmantelamiento de la central de Almaraz, no pueden verse truncadas ni, desde luego, traducirse en la enésima decepción para los extremeños.

Extremadura fue la primera opción para la pionera planta de fabricación de coches eléctricos, la de Volkswagen, que acabó en Sagunto. Otra vez el Mediterráneo hizo valer lo de “inversión llama a inversión”. La llegada de Envision y AESC, los gigantes asiáticos que representan lo más puntero y solvente del sector, significaba un cambio en el paradigma que ha dejado atrás durante generaciones a territorios como el extremeño. Es legítima la preocupación sobre los cambios que sufrirá el proyecto inicial, ya que todo apunta a que la realidad no se corresponderá con el grandioso primer anuncio.

La pujanza del sector energético puede transformar la economía extremeña, y con ello, un mercado laboral que sigue adoleciendo de precariedad y cierta temporalidad. El descenso sucesivo del desempleo, como el conocido de la EPA este viernes, es una buena noticia, pero no hay que descuidar otro aspecto que también muestran con toda su crudeza las estadísticas: los extremeños tienen los sueldos más bajos de toda España

Hace tan solo veinte días asistíamos a los fastos en torno a la colocación de la ‘primera piedra’, con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a la cabeza de una representación política de altura. Una frivolidad cuando el proyecto se encuentra en revisión. Si fue una ceremonia de mera promoción política, solo cabe calificarla como impresentable. El tiempo dirá si lo que presenciamos el pasado 8 de julio fue un intento a la desesperada de retener la inversión o desviar responsabilidades. Solo en este contexto se entiende la incomodidad de algunos empresarios y actores locales, algunos visiblemente molestos con la escenificación, otros temerosos que esa sea acabase siendo la primera y última piedra, con la frustración, una vez más, como único rédito. Extremadura no lo merece. Proyectos como el de Navalmoral representan la inyección que necesita la comunidad para trazar su futuro.

La pujanza del sector energético puede transformar la economía extremeña, y con ello, un mercado laboral que sigue adoleciendo de precariedad y cierta temporalidad. El descenso sucesivo del desempleo, como el conocido de la EPA este viernes, es una buena noticia, pero no hay que descuidar otro aspecto que también muestran con toda su crudeza las estadísticas: los extremeños tienen los sueldos más bajos de toda España. Las regiones vecinas superan la media anual de los salarios en más de 3.000 euros al año. Un dato acorde con el de la renta, en el que la región extremeña también se sitúa a la cola de todo el país. Es necesario revertir la situación.

La misma encuesta sobre costes laborales señalan al energético como el sector de ingresos más altos, porque se trata de profesional cualificado, otro de los déficits que se intentan paliar desde la Universidad y la Formación Profesional extremeñas. Así que proyectos como el de Navalmoral merecen el esfuerzo de todos los actores implicados para marcar un antes y un después en el mapa socioeconómico extremeño.

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