Hubo un tiempo en que España era el USA del mundo conocido. Era el imperio donde no se ponía el sol (no confundir con el imperio del sol naciente). Durante los reinados de Carlos I y Felipe II, España alcanzó su máxima expansión territorial, dominando vastos territorios en Europa, América, África y Asia. Íbamos a lo bonzo. Recuerde el lector ese Felipe II todo de negro a lo Karl Lagerfield, aparte de por lo solemne, porque teñir de negro era carísimo. En literatura teníamos el dream team, el superdepor de los escritores: En la portería, guardando la esencia, Cervantes. En la defensa, protegiendo el lenguaje con gran dominio, Quevedo, Góngora y Garcilaso. En el centro del campo, creando juego, Lope de Vega, Calderón de la Barca y San Juan de la Cruz, puro tiki taka. Delanteros, goleadores, Tirso de Molina y Lope de Vega. Quién da más. En artes plásticas todos pensamos en Velázquez, el Greco… En el Siglo de Oro, los españoles inventamos el concepto de “crear contenido”. El auge político y militar ayudó a todas estas disciplinas y a otras, pero hay una en la que fuimos los mejores también: la picaresca. Ojalá pudiera escribir el artículo entero sobre el Siglo de Oro y/o de la picaresca, pero no estoy aquí por historiador ni por filólogo, lo estoy por abogado (sin “crepúsculos», como decía aquel) especialista en consumo. Vamos a arrancar desde esta gloriosa época analizando como las estafas que hemos ido perpetrando se han actualizado hasta nuestro días, sobreviviendo como su patrón: el Lazarillo de Tormes. Encendemos el condensador de fluzo que nos vamos de viaje en el tiempo. De los falsos hidalgos a la suplantación de la identidad en internet. En la España del Siglo de Oro, la honra y el linaje lo eran todo. Los falsos hidalgos se aprovechaban de la obsesión por la nobleza, haciéndose pasar por nobles arruinados para recibir limosnas, crédito o incluso casarse con mujeres de buena posición. Algunos falsificaban documentos para probar su ascendencia, mientras que otros simplemente confiaban en su labia. Hoy en día, este tipo de engaño se ha trasladado al ámbito digital con la suplantación de identidad en redes sociales y aplicaciones de citas. Por increíble que parezca, es muy frecuente que alguien se haga pasar por un famoso de los mas altos estratos del papel couché y conquiste el corazón de incautos o incautas que se tienen en alta estima, o que no tienen todos los patitos en fila, llevándose por delante su corazón y su patrimonio, sobre todo lo segundo. Un caso curioso y lamentable ocurrió en Granada, donde una mujer fue víctima de una estafa en la que los timadores se hicieron pasar por el actor Brad Pitt. La mujer llegó a creer que mantenía una relación sentimental con él, incluso con promesas de matrimonio y proyectos cinematográficos juntos. Durante meses, los estafadores lograron convencerla de enviarles dinero, utilizando fotomontajes y mensajes manipulados. En total, la mujer perdió 170.000 euros provenientes de una herencia reciente. ¿Quién inventó los fraudes inmobiliarios online? El Lazarillo de Tormes, más o menos. Vender lo que no se tiene. Una práctica habitual era la venta de bienes inexistentes o enajenados. Algunos pícaros alquilaban casas o terrenos ajenos a desprevenidos interesados. Uno de los casos más famosos fue el de un estafador que vendió varias veces la misma casa en Sevilla antes de desaparecer. En un popular barrio de la ciudad de Cáceres aún recuerdan a un vecino, de cuyo nombre no quiero acordarme, que se daba la maña de vender las vacas de sus vecinos, y no una, sino varias veces las mismas reses. Hoy, los fraudes inmobiliarios se han digitalizado con falsos anuncios de alquiler en portales web. Los delincuentes piden un adelanto por una vivienda inexistente y desaparecen con el dinero. Volviendo a la capital cacereña, la enorme demanda de alquileres ha hecho florecer los anuncios que te piden una cantidad a modo de reserva siquiera antes de ir a ver el piso. Naturalmente el piso ni está, ni se le espera. Las Bulas Falsas, antecesoras del Coaching y de los cursos milagro. Dado el fervor religioso de la época, la venta de bulas falsas era un negocio lucrativo. Los estafadores vendían indulgencias apócrifas prometiendo el perdón de pecados a cambio de dinero. Algunos incluso falsificaban documentos papales para aumentar su credibilidad. Hoy en día, este engaño persiste en la forma de cursos fraudulentos y falsas promesas de éxito. Así hay charlatanes que ofrecen programas de coaching con garantías de riqueza y éxito inmediato, basados en testimonios falsos y sin ningún respaldo real. Hablábamos hace semanas, en el artículo titulado “CryptoBró”, de que el afán de ganar dinero sin trabajar ha creado un caldo de cultivo en el que conviven embaucadores y embaucados, igual que podría haberlos en la época del Buscón llamado Don Pablos, de Quevedo. Don Pablos es un joven astuto y ambicioso que busca ascender socialmente, aunque sus métodos suelen ser cuestionables. Hoy se levantaría a las cinco de la mañana a hacer burpees con la sana intención de poder comprarse su primer Lamborguini. ¿Les suena? El Fraude en la Lotería Real, premios falsos online. Con la creación de la Lotería Real en 1763 aparecieron los primeros timos relacionados con el sorteo. Estafadores vendían billetes falsos o decían poseer métodos infalibles para ganar. En Madrid hubo un caso sonado de un hombre que aseguraba tener un sistema matemático infalible y estafó a la aristocracia antes de ser enchironado. Quiere pensar este humilde letrado de provincias, por deformación profesional, que antes de que lo mandaran al hotel en primera linea de patio, enterraría sus beneficios en alguna huerta aledaña, ya que Andorra aun no se estilaba para este tipo de personajes. Hogaño ya sí. En la actualidad, las falsas loterías y premios inexistentes llegan a las víctimas a través de correos electrónicos o SMS, pidiendo un pago previo para recibir un supuesto premio. Esta feo decir esto, pero las posibilidades de caer en este tipo de estafas son directamente proporcionales a las ganas que tiene uno de que le llueva el dinero del cielo. La estafa juega con el deseo de las personas de obtener algo valioso a bajo costo, lo que les lleva a actuar precipitadamente sin analizar la situación con cuidado. Al final, demuestra que la avaricia y la falta de prudencia pueden hacer que alguien sea víctima de engaños. ¿No le recuerda al avezado lector todo esto a la película “Los Tramposos”, donde Antonio Ozores era estafado por un maravilloso Tony Leblanc con el timo de la estampita? Todo vuelve. El esquema Ponzi es una estafa piramidal que lleva el nombre de Carlo Ponzi, quien lo popularizó en los años 1920. Este fraude consiste en atraer inversores prometiendo rendimientos extraordinarios, pero las ganancias que reciben los primeros inversores provienen del dinero aportado por nuevos participantes, no de actividades legítimas. Aunque inicialmente logró atraer a miles de personas, el esquema colapsó cuando no pudo seguir pagando a los inversores, dejando a muchos en la ruina. ¿Inventó Carlo Ponzi la estafa piramidal? No señores. Aquí estamos hablando de la picaresca española de ayer y de hoy, y hay que decir muy orgullosos que, al contrario de lo que se suele decir, la inventora de este modelo de estafa fue Doña Baldomera Larra, hija del insigne Mariano José de Larra, por el que tenemos verdadera devoción en El Periódico Extremadura. Volviendo al símil inicial de los escritores del Siglo de Oro como el dream team, Doña Baldomera sería nuestra Arantxa Sanchez-Vicario de las olimpiadas de la engañifa. Esta personita ideó un sistema de préstamos conocido como la Caja de Imposiciones, que prometía altos rendimientos y funcionaba con el dinero de nuevos inversores para pagar a los anteriores. Este método inspiró posteriormente el esquema Ponzi. España 1 - USA 0. La única forma de ganar dinero con el trading es vender cursos de trading. Ojalá fuera mía esa frase, pero no lo es. No recuerdo a quién se la escuché, pero refleja perfectamente la esencia de gran parte de las estafas que se basan en cositas digitales que nadie sabe dónde están, como los NFT o Los Diminutos, pero que de repente valen mucho. Blockchain, Smart Contract, Gas Fes, HODL, DAO, Airdrop… Muy poca gente sabe qué significan estos conceptos, por eso cuando nos hablan de ello para recomendarnos inversiones en cosas digitales, preferimos comprar antes de que se nos note que no tenemos ni idea de que nos están hablando. En la era de los smartphones y el internet a toda pastilla, gran parte de las estafas que hemos repasado, desde las bulas falsas hasta la gloriosa estafa piramidal de Doña Baldomera, han tenido cabida de nuevo, muchas renaciendo de entre las cenizas y con mas fuerza que nunca. La historia de las estafas La historia de las estafas en España demuestra que, aunque las formas de engaño cambian, la naturaleza humana sigue siendo la misma. Desde los falsos hidalgos del Siglo de Oro hasta los ciberdelincuentes del siglo XXI, la picaresca sigue viva, adaptándose a los tiempos y aprovechando las debilidades del sistema. Lo que antes se hacía cara a cara, hoy se lleva a cabo a través de pantallas y algoritmos, pero el objetivo sigue siendo el mismo: aprovecharse de la confianza ajena para obtener un beneficio ilícito. Si a lo largo de la Historia se hubieran celebrado olimpiadas de trileros, España quedaría siempre la segunda en el medallero, normalmente detrás, muy de cerca, de Holanda. Estupendo, otro colectivo que me deja de leer.