Crisis del gigante inglés

20 años del divorcio más doloroso del fútbol inglés: "Nos robaron el United, pero nos devolvieron la ilusión"

Hace dos décadas, un grupo de aficionados de los 'red devils' fundaron el FC United of Manchester como respuesta a la compra de la familia Glazer de un club que atraviesa su peor momento histórico

Protesta en las gradas de Old Trafford.

Protesta en las gradas de Old Trafford. / EFE

Mánchester

El Manchester United es una de las marcas futbolísticas más poderosas. Durante décadas estuvo a la cabeza de cualquier ranking gracias a su popularidad internacional. A pesar de su incomparecencia en los grandes títulos, los red devils siguen apareciendo en el top of mind de los aficionados, pero de un modo muy diferente al que abanderaba la escuadra de Alex Ferguson. Hoy, Old Trafford va camino de desaparecer, el último reducto de la esencia del United. Mientras, en la otra punta de Mánchester, cobra da vez más fuerza Broadhurst Park, el campo en el que juega sus partidos como local el Football Club United of Manchester (FCUM), apodados como los red rebels. Un equipo que va camino de cumplir dos décadas y que nació tras la revuelta de un grupo de aficionados del United contra la polémica adquisición del club por parte de Malcolm Glazer.

Broadhurst Park, la casa del FC United

Paul Hurst fue uno de los socios fundadores de una aventura que muchos consideraron quimérica, pero que ha terminado dándoles la razón. "He visto nuestra evolución desde aquellos días din preocupación en el noroeste, que nos han llevado a ser propietarios de nuestro propio club", comenta el miembro del consejo que administra el FCUM, como se conoce de modo abreviado una entidad que milita en la séptima categoría del fútbol inglés, la Northern League. Ni por asomo, Hurst, y el grupo que decidió dejar atrás una de las partes más importantes de su vida, pensaron que serían capaces de consolidar un proyecto donde todas las decisiones se toman por consenso.

Broadhurst Park es, sin duda, la joya de la corona del FCUM. Ya en 2007 se produjeron las primeras conversaciones para poner las bases de un proyecto que estuvo en espera hasta 2013. Un campo con un coste de 5,5 millones de libras (6,6 millones de euros, al cambio actual), del que hasta dos se recaudaron entre los seguidores del club de accionariado popular. Un modelo que ha desembocado en una corriente global de la que forman parte una veintena de equipos en España. El pionero fue el Atlético Club de Socios, fundado en 2007 como oposición a la gestión que la familia Gil hacía en el Atlético de Madrid. La misma filosofía que el club mancuniano.

"Lo más importante es generar comunidad alrededor del fútbol. Que el club sea un punto de unión entre todos sus simpatizantes", explica Hurst, quien, como el FCUM, sigue manteniendo un vínculo emocional con el United, el club que más Premiers ha ganado, aunque la última data del 2013. De ahí que organizasen el 'United United Day', para el que convocaron a su afición en Broadhurst Park. "Durante veinte años, los Glazer han tratado al Manchester United como su mina de oro, despilfarrando más de mil millones de libras del club, mientras se llenaban los bolsillos. Esto ha llevado al United a la ruina y a un futuro bajo su control que se ve cada vez más sombrío", reivindican los promotores de una iniciativa que, además, sirve para poner en valor su modelo.

Glazer, el apellido de la crisis del Manchester United

"El FC United sigue siendo un poderoso símbolo de lo que sucede cuando la afición se une para resistir el control corporativo del fútbol", explican desde una entidad que nunca se ha opuesto a los que han seguido apoyando al United. Este es un problema que se han encontrado los clubes populares en ciudades como Salamanca o Xerez, donde los promotores de una nueva vía, como Unionistas o Xerez Deportivo FC, han recibido críticas por parte de los que se han quedado apoyando a los clubes originales o sus refundaciones.

"Esto es una defensa de la cultura de la afición y de la propiedad responsable. Es un acto para demostrar quiénes son realmente el enemigo: los Glazer, que durante demasiado tiempo han conseguido enfrentar a los reds entre sí", indican desde The 1958, un grupo de seguidores del United que se han unido con el FCUM para dar voz a una crítica conjunta "para luchar por un futuro donde la afición tenga voz y voto". Cabe señalar que la cultura británica, a pesar de que la Premier sea el producto mercantil de referencia, ha tenido tradicionalmente en cuenta la voz del aficionado. O más bien, estos se han hecho valer.

Para ello se han fundado supporter trust, grupos de hinchas que, en algunos casos, han tenido capacidad de decisión en los consejos de unos clubes que han ido cambiando paulatinamente de dueños. A finales de 2023 se resolvía una larga negociación entre la familia Glazer y el multimillonario dueño de Ineos, Jim Ratcliffe, para hacerse con el 25% del Manchester United -y el mando técnico- a cambio de desembolsar 1.235 millones de euros. Poco ha cambiado desde entonces.

La sociedad deportiva sigue siendo una trituradora de entrenadores sin un proyecto definido. Rúben Amorim, fichado del Sporting de Lisboa a mitad de temporada, es el último en darse cuenta. Solo la Europa League parece una salida digna para esta temporada después de que se llegasen a anunciar casi 200 despidos y cambios hasta en el suministro de comida para los empleados. Un ejercicio de contención que demuestra el estado precario de una marca histórica.

Una pinta y una 'pie' para un fútbol que no necesita TV

Mientras, la vida en Broadhurst transita en términos bien diferentes, aunque, por supuesto, hay tensiones. A fin de cuentas todo el mundo apoya a su equipo en las buenas y en las malas, pero siempre es más fácil hacerlo cuando pesan los factores positivos. Hurst recuerda con dolor la decisión que tomó esta temporada el FC United: "Tuvimos que decir adiós a Neil Reynolds, nuestro mítico 'manager', tras casi seis años al mando". Los resultados obligaron a un cambio de rumbo que ha permitido al FCUM tomar aire en la clasificación.

Este tipo de proyectos que navegan a contracorriente del resultadismo tienen que pasar por el aro del mismo para sobrevivir. Ganar no asegura una mayor salud financiera, que es prioritaria, pero sí atrae nuevos socios. Aunque el éxito y la visibilidad del FC United nunca han dependido de sus éxitos deportivos, sino de su propuesta fuera del campo. O más bien en él, porque vivir un partido en el Broadhurst es independiente del VAR o la tecnología.

Como reafirma Hurst, este modo de entender el fútbol vuelve a poner un partido como un catalizador de una jornada de convivencia. "Nuestro club, nuestras reglas", fue el mensaje que impulsó al FC United y a otras islas que resisten a la constante crecida del océano del fútbol moderno. "Nos robaron el United, pero nos devolvieron la ilusión", es la frase más escuchada entre los seguidores que decidieron subirse a un barco de entradas razonables, fuera de las franjas televisivas y que simplemente consiste en disfrutar del deporte más popular del mundo con una buena pinta artesanal y una steak pie with gravy and mushy peas. Todo, por menos de siete libras.

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