Seremos lo que hagamos juntos

Generaciones enteras de hombres han tenido vida profesional, y la tienen hoy, porque sus mujeres han estado ocupándose de todas las labores que cansan durante todo el día. Hubo un día en que André Gorz dijo: "Huy. Estás aquí". Y le escribió a su mujer, Dorine, una carta. Son André y Dorine

Portada de 'Carta a D.'

Portada de 'Carta a D.' / E.P.

"Acabas de cumplir ochenta y dos años. Has encogido seis centímetros. No pesas más de cuarenta y cinco y kilos sigues siendo bella, elegante y deseable. Hace cincuenta y ocho años que vivimos juntos y te amo más que nunca. De nuevo siento en mi pecho un vacío devorador que solo calma el calor de tu cuerpo abrazado al mío". Así empieza "Carta a D".

D. es Dorine Kleir. Quien le escribe la carta es su marido, André Gorz, filósofo francés. El 25 de septiembre del 2007 se suicidaron: él con 84 años ella con 83. Una amiga encontró una nota en la puerta, en la que se pedía que se avisara a la policía y que había cartas en el interior de la casa para que alguien las revisara. 

"Ambos desearíamos no sobrevivir a la muerte del otro. Nos hemos dicho que si tuviéramos otra vida quisiéramos pasarla juntos". La "Carta a D." la publicó, en España, Ático de los libros: "Tengo que repetirte con sencillez estas pequeñas cosas antes de abordar los problemas que desde hace poco me atormentan. ¿Por qué estás tan poco presente en lo que he escrito si nuestra unión ha sido lo más importante de mi vida?".

Yo podría contestar, desde el punto de vista femenino, unas cuantas cosas, pero qué más dará. 

"Me resulta inimaginable seguir escribiendo si tú ya no estás. Tú eres lo esencial sin lo cual todo lo demás, por importante que me parezca mientras estás ahí, pierde su sentido y su importancia".

André escribe a su mujer, enferma de cáncer de endometrio. "Hace poco volví a enamorarme de ti una vez más y llevo de nuevo en mí un vacío devorador que solo sacia tu cuerpo apretado contra el mío (…) No quiero asistir a tu incineración; no quiero recibir un frasco con tus cenizas".

Optaron por morir juntos. "Estoy tan atento a tu presencia como en nuestros comienzos y me gustaría hacértelo sentir. Me entregaste toda tu vida y todo lo tuyo. A mí me gustaría poder darte todo lo mío durante el tiempo que nos quede". 

Huy, esto ha sido un poco desigual, pienso. 

Tras el diagnóstico de cáncer, se fueron ocho días a otra casa. La primera noche no durmieron: "Estoy seguro de que te esforzabas en acostumbrarte a la muerte para combatirla sin temor. Estabas tan hermosa y resuelta en tu silencio que no podía imaginar que pudieras renunciar a vivir".

Le escribe a su mujer y recupera momentos, como la primera vez que se acostaron: "No teníamos prisa. Te desnudé con cuidado. Y descubrí, maravillosa coincidencia de lo real con lo imaginario, la Afrodita de Milo encarnada. El fulgor nacarado de tus pechos iluminaba tu rostro. Durante mucho rato contemplé, mudo ese milagro de vigor y suavidad. Tú me enseñaste que el placer no es algo que se tome o se dé, sino una forma de darse y demandar la propia donación del otro. Nos entregamos mutuamente por completo".

¿Cómo nos mostramos en público, en la vida profesional, con respecto al amor de pareja? ¿Somos despectivos? ¿Lo desdeñamos externamente aunque no podamos vivir sin él íntimamente? ¿Seríamos capaces de hablarlo con nuestros colegas, si somos hombres -las mujeres sí, las mujeres sí lo hablamos-? ¿Por qué Dorine, a la que amaba, lo más importante de su vida, está tan poco presente en todo? Su carta es una disculpa y una autocrítica. Deseaba "hablar de ti como de la única mujer a la que amé verdaderamente y de nuestra unión como de la decisión más importante de nuestras dos vidas".

"Haberme enamorado apasionadamente por primera vez y ser correspondido era aparentemente demasiado banal, demasiado privado, demasiado común: no era un tema apropiado para permitirme acceder a lo universal". El famoso fue él, pero, como de costumbre, compartieron artículos, traducciones y vida intelectual. "Adquirimos la reputación de ser inseparables". A veces, el mundo se transforma en un mundo de dos: tal como lo entienden los dos (o los tres o los que formen parte de la relación amorosa), tal y como lo acuerdan, tal y como lo filtran y lo crean. 

Y ella, inteligentísima, le dice: "La construcción de tu pareja es tu proyecto común, nunca acabarás de confirmarlo, de adaptarlo y de reorientarlo en función de las situaciones cambiantes. Nosotros seremos lo que hagamos juntos". 

Seremos lo que hagamos juntos. Esta es la frase que elige Pablo Cantero (terapeuta ocupacional, sexólogo, director del Fancinequeer y uno de los pilares de mi existencia) cuando da una charla: "¿Hay una obra de teatro sobre André y Dorine?", me preguntó. Y sí, la hay.

Se llama, precisamente, André y Dorine y voy a ir a verla sin dudar (es de los genialísimos Kulunka Teatro) al Gran Teatro de Cáceres el domingo. Y ojalá Pablo hubiera podido venir. 

La perla

Desde hace tres ediciones, Villanueva de la Serena y Don Benito se han convertido en un pequeño Broadway en Extremadura. Desde hoy y hasta el día 30 de marzo, el Teatro Imperial dombenitense y el Palacio de Congresos de Villanueva "acogerán siete de las mejores obras de teatro musical estrenadas en España". Comienzan con ‘Nino Bravo. Libre’, de Santiago Sánchez y Víctor Lucas, un viaje por la vida del cantante valenciano, que falleció con 28 años pero que sigue vivo en nuestra memoria… y en nuestros ordenadores, móviles, auriculares… Dios, con lo fácil que era antes decir "equipos de música".

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