"Una belleza. Sorprendente. Como Zamora, es un pequeño milagro". Así definía el diseñador Adolfo Domínguez Cáceres en 2019, tiempo en que visitó la ciudad donde hace 28 años abrió su tienda y que ahora ha bajado la persiana. La llegada de la marca gallega fue un revulsivo para la capital. Se vendió como imagen de prosperidad comercial, asentada en San Pedro de Alcántara, la calle de las grandes marcas, donde en enero también cerró otra franquicia, Prènatal. Adolfo Domínguez es una sociedad que preside la hija del fundador, Adriana Domínguez. El resultado neto de la firma se mantenía a principios de 2025 en términos negativos, con unas pérdidas de 1,6 millones de euros. Es, en todo caso, un 40 % menos respecto al mismo período del año anterior. El ebitda de la compañía se situó en 9,9 millones de euros. La última facturación anual de la firma se situó en 126,7 millones y se corresponde con el ejercicio 2023-2024. La firma de moda de autor mantiene, sin embargo, su política de expansión internacional y durante el pasado otoño abrió catorce puntos de venta en Francia (2), México (8), Ecuador (1), Chipre (1) y Uruguay (3). Europa concentra el 46 % de las aperturas en los nueve primeros meses del pasado ejercicio. A nivel internacional, las ventas en México, principal filial de la firma, crecieron un 2,5 % ralentizado por el impacto del tipo de cambio. Ahora, los recortes llegan en Cáceres, donde la crisis del comercio y el aumento de ventas por internet, añadido al disparado precio de los alquileres está haciendo estragos. La marcha de Adolfo Domínguez se convierte en un varapalo, porque Cáceres siempre siguió con especial cariño al diseñador. En 2005 el Colegio San Jorge Internacional (también cerrado en Malpartida de Cáceres) recibió el título de profesor de honor del Colegio Internacional San Jorge. La distinción se otorgó en el marco del acto solemne de imposición de becas a los alumnos de la VII Promoción de 2º de Bachillerato, becas de honor e insignias a la lectura y al deporte. Su segunda visita oficial llegó en 2019, cuando Adolfo Domínguez presentó su novela de manos de TodoLibros, que dirige María Vaquero. Fue en el Espacio Belleartes, de Yiyo Nieto, presentado por el periodista de esta casa, Alberto Manzano, donde dio a conocer los detalles de su novela Juan Griego. Aquel 11 de noviembre el diseñador visitó primero las instalaciones de El Periódico Extremadura, comió en Santiesteban y disfrutó de un paseo por la ciudad monumental de Cáceres. Este gallego incombustible es ya un clásico. El diseñador Adolfo Domínguez, creador de la famosa frase "la arruga es bella", nació en un pueblecito de Ourense llamado Puebla de Trives en 1950 y creció correteando entre las telas que abarrotaban el taller de sastrería que frecuentaban sus padres. Es uno de los diseñadores españoles más reconocido fuera y dentro de nuestras fronteras. Creador de la famosa frase “ la arruga es bella ”, su moda siempre ha estado muy unida a la ecología. ¿Pero cómo se hizo un nombre en el mundo de la moda? Todo comenzó durante un viaje a Inglaterra, en su adolescencia, cuando quedó fascinado con la industrialización del país. Fue entonces cuando decidió regresar a casa y trabajar por el cambio. Volvió a Orense en 1983 y apostó por montar su marca, Adolfo Domínguez, una firma de diseño de ropa en el seno de la sastrería familiar. “Para mí, la manera en que vestimos refleja lo que somos. Y en cada rostro está escrita la historia de cada ser humano. Quise que mi ropa fuera una segunda piel y de ahí mi eslogan de la arruga es bella”, dijo en una entrevista. ¿Cómo vía Adolfo Domínguez la transformación de los españoles en términos de moda? "Conocí a los españoles vistiendo riguroso negro o gris. Fui de los que a principios de los años 80 rompió esa cultura, introduje el lino, el color sobrio a principios de los años 80. La arruga es bella significaba una forma de vestir distendida y casual que hoy es la norma y antes era la excepción. Mis primeros tiempos se caracterizaron por vestir a ‘Miami Vice’, que eran los trajes de lino blanco incluso de cuello mao, con camiseta, que es como vestimos hoy día. Y esa forma de vestir cuando yo empecé (que tenía 25 años, tengo 70), era absolutamente insólita", apuntaba para este diario. ¿Y qué opinión le merecen los pantalones rotos, los tobillos al aire? "Es así aunque no debiera ser. En lugar de que una máquina empleé 8.000 litros de agua para gastar un pantalón, prefiero claramente que sea el ser humano el que lo desgaste. Esa fórmula sería más sostenible en el consumo de ropa", añadía. ¿Antes comprabas un abrigo para toda la vida, ahora la ropa es de usar y tirar? "No es un adelanto sino un modelo de nuevos ricos. Tenemos que pasar esta etapa y volver comprar pocas cosas, buenas, que duren. Preocuparnos más de la perfección técnica del producto, de su patronaje", zanjaba en aquella conversación inolvidable con el Extremadura. Adolfo Domínguez llegó en tren a Cáceres. Comentaba que "es la forma en la que hay que viajar para ver las puestas de sol, los amaneceres y las tormentas". A propósito de aquel viaje se le pregunó qué había sido lo más difícil de su trayectoria. Y él respondió: "La vida puede ser hermosa, pero aunque sea exitosa es dura. ¿Lo más complicado? Todo. Creo que estamos diseñados para sobrevivir, no para ser felices, y se es más feliz si entiendes eso. Si buscas la felicidad, ten por seguro que eres infeliz porque te pones expectativas que no consigues". Ahora, el hombre que no sigue un ritual de beleza más allá de hacer yoga a diario, y que siempre guarda en su fondo de armario un traje azul marino y otro de franela gris, se va de Cáceres, la ciudad que tanto le ha querido pero que no ha comprado sus diseños.